Que la Tierra está en su mejor esplendor es un hecho. Que la vida como tal en ella lo ilumina todo es un hecho. Que el hombre observa y es parte primordial de ese esplendor es un hecho.
¿Han pensado alguna vez por qué la Tierra, ya no le demos la palabra esplendorosa, sino que la Tierra es hermosa, que la Tierra, el planeta, es armónico, que rebosa belleza por donde la mires? Y ¿han pensado para que y por qué? Porque todo tiene una función, un sentido, y todo está relacionado con todo y con todos.
Si guarda ese esplendor, esa armonía, es para deleitar al hombre. Si no existiese el hombre, el único ser en este planeta con conciencia, el único ser capaz de mostrar la belleza, quizás el planeta no estaría vibrando, no estaría iluminando como lo hace porque no habría nadie consciente para verlo y todo lo que existe aquí y en otros lugares es como una muestra, no olviden las anteriores oraciones, el hacer, el mostrar, la belleza se ha de mostrar, la armonía se ha de mostrar, todo es necesario darle forma y mostrarlo para que así cumpla la función que le fue encomendada.
El hombre tiene una función y brilla con luz propia. ¿Para qué brillará el hombre con luz propia? Si pensamos y sabemos que el hombre no habita en solitario en el planeta y que es el único ser consciente, debemos pensar igualmente que brilla con luz propia para mostrarse a sí mismo que eso es así, para mostrar la belleza y la armonía. En ese tiempo se encuentra el hombre actual, y en ese tiempo es en el que tiene que vibrar el hombre actual.
El hombre, hasta hoy, salvo excepciones, está latente, dormido, tiene todos sus dones dormidos. Como venimos diciendo, si el planeta ya tiene esa vibración el hombre tiene que despertar, y cuando el hombre despierta, habitualmente ha de modificar lo que le rodea para que pueda brillar con su propia luz y no con la de los demás. Ha de cambiar ciertas costumbres, ciertos hábitos, ciertas formas de pensar y de sentir para que comience a vibrar en el mismo unisono que la Tierra. Y,¿cómo puede hacer el hombre que esa vibración le resulte cómoda? Y usamos cómoda porque la comodidad en el hombre no es latente, es un hecho. El hombre lleva a cabo todo lo que le resulta cómodo, vaya en contra de ese despertar, vaya en contra de la armonía, le resulta cómodo y dentro de esa comodidad se deja vencer. La comodidad no pasa por estar sentado, no. Hay muchas personas, muchos seres humanos que están de un lado para otro constantemente, pero les resulta cómodo todo aquello que hacen.
Dentro de que entiendan, asimilen qué ha de hacer el hombre para entrar en esa nueva vibración sin perder de vista todo lo que hasta hoy han ido escuchando, porque no es otra cosa que repetir lo mismo que ya se les ha dicho de otra forma para que ustedes puedan tener muchos recursos por donde a cada uno le pueda resultar más cómodo.
Cuando escuchan la palabra cambio se retraen. Cuando escuchan la palabra hacer se retraen. Quizá no hayan pensado que no es que los cambios les disgusten, lo más normal que le ocurre al hombre es que los cambios le van grandes porque se ha ensimismado tanto en su propio yo que cualquier hecho que tenga que concretizar, automáticamente le lleva a un cambio. Cambios sencillos, naturales, coloquiales, del día a día, pero aun esos pequeños cambios que puede hacer cada uno en su lugar, no les resultan cómodos porque están acostumbrados a actuar de cierta forma que ya eso, para ustedes, es lo habitual. Dentro de tanta comodidad y tanto hábito el hombre se está encogiendo, envolviendo en sí mismo, incapaz de dar esa nueva vibración para armonizar, ver y mostrar la belleza del lugar.
Hemos hecho repetir la música porque es la viva imagen de lo que el hombre debería mostrar, de ahí que hemos dicho “con excepciones”. Hay cada vez mas excepciones entre los hombres, hay seres que quizá sin saberlo tienen esa vibración incorporada y lo muestran en su hacer como, por ejemplo, la música, y a ella vamos a cogernos para que observen algunos ejemplos. Hay músicas que nos gustan y las repetimos y repetimos y cada día nos gustan más, pero queremos hacer una reflexión. Dentro de la comodidad del hombre tenemos que saber muy bien si nos gusta porque nos resulta familiar, cómodo, o porque nos hace vibrar todo el cuerpo, todo, incluido el cuerpo. Y hacemos este pequeño apunte porque en la vida cotidiana del hombre ocurre lo mismo, repite y repite con hechos similares la misma intención que ya lleva grabada en lo más profundo, el mismo pensamiento que lleva grabado en lo más profundo, con lo cual siempre repite lo mismo. De hecho, la humanidad actual, salvo excepciones, está repitiendo lo mismo, unos de una forma, otros de otra, pero en realidad la vida individual de cada ser es igual, igual que el año pasado, igual que el anterior. Claro, hay pequeños cambios, a veces se ha cambiado de casa, otras se ha cambiado de amigos, otras tienen más hijos, pero realmente a nivel individual, unitario, ¿han cambiado la forma de ver, de comportarse, de imaginar, de hacer, la han cambiado, la han elevado? Porque el cambio, el cambio de casa, el cambio de amigos, eso ya es un cambio pero, ¿les lleva al mismo sitio? Cuando el ser, la persona, siente que ese cambio lo ha elevado, elevarlo nos referimos a una nueva forma de ver la vida, de vivirla, de pensar y actuar en ella, una nueva forma de inspiración, ¿han tenido a través de algún cambio de sus vidas la sensación de que a partir de ese instante del cambio realmente se han puesto en sincronía y concordancia con la vibración de la Tierra, o sencillamente han vivido el cambio como otra cosa?, “ahora toca otra cosa, ahora viene algo distinto”, sí, distinto pero de lo mismo.
Si no escuchan en su interior el instante a donde los haya llevado la música que acaban de escuchar, no van a comprender las palabras. Si intentan escuchar las palabras desde la misma óptica del pensamiento no van a entender dónde les queremos llevar. Tienen que sentir dónde les ha llevado la música. Y decimos la música porque ha sido el instante de unión con la vibración del planeta, hasta ahí de perfecto han logrado esa sintonía, a unificarse con la vibración del planeta.
El hombre tiene el deber, a través de todo su entorno, sin cambiarlo, de alcanzar esa sintonía, esa vibración. Y decimos sin cambiar para que de nuevo no se vayan por el cambio habitual que hasta hoy no les ha servido, les sirve momentáneamente, puntualmente, “que bonito, tengo una pareja, ahora me van a ir mejor las cosas”, “qué bien, he cambiado de piso, que ilusión, cambio muebles, cortinas…”, “me voy de la cuidad, me marcho a otra, qué maravillosa, qué esplendorosa”. Pero tú te vas con lo puesto, con tu forma de pensar, de sentir y de hacer, y al poquito tiempo vuelves a replicar de la misma forma. Por eso decimos sin cambiar nada.
En lo más profundo el hombre lo cambia todo, pero en lo más profundo, ya es un cambio profundo, desde lo más profundo del ser, y ahí no necesita cambio de lugar, no necesita cambio de entorno, tiene que elevar la vibración que hay en ese entorno. Y el hombre la puede cambiar, puede cambiarla partiendo de lo que es, no necesita más conocimientos, no necesita un cambio físico, no, necesita inspirarse en algo o alguien que le haga vibrar todo su ser, ahí entra el cambio, a ese cambio sí nos referimos, a ese cambio que sin haber cambiado nada, aparentemente, es un ser nuevo. Ahí es cuando el hombre toma su esplendor como ser de humanidad y en ese instante reconoce que la belleza de la Tierra, la armonía del planeta, esta únicamente dedicada a él. Así de grande es el hombre, así de maravilloso es cuando se hace consciente de lo que es, no de lo que le han contado.
El hombre, si recordamos que es parte de Dios, si recordamos que Dios está en él, si recordamos que ese Creador es perfecto, si lo vamos haciendo cada vez más pequeño, pequeño en cuanto a acoplarlo en la vida de cada uno, nos daremos cuenta que el hombre no está vibrando como le corresponde y de ahí, de esa mala combustión, vienen las enfermedades, las formas de pensar maliciosas, las envidias, los celos. Cuando el hombre replica con esa perfección como perfecto que es, ya no cabe nada de lo dicho, es un ser totalmente en armonía, sin enfermedades, con una mente sana y un hacer sublime.
Eleven todo lo que piensen y todo lo que sientan hasta rayar esa vibración sublime, que para ello, como ya les hemos dicho, tendrán que ir eligiendo, ¡eligiendo! Eso sí, como yo elijo una música para que me eleve, como elijo un lugar, como elijo a una o muchas personas. Elecciones, hay que elegir momentos, que esos momentos los pueden dar los seres humanos, los pueden dar los animales si eso es lo que les hace vibrar, la música...
Pero el hombre, habitualmente, se sumerge en la comodidad y dentro de esa comodidad quizás esté muy disperso, quizás haga muchas cosas, pero ¿puede contar una, una, que en un instante le haya hecho rozar el Cielo? –como expresión sublime, lo del Cielo-. Si a lo largo de la vida del hombre, de su día a día, hay hechos, personas o cosas que les hagan rozar ese Cielo, eso no lo cambien, avívenlo, y cuando ya el hombre se sienta fuerte, cuando ya ni de eso necesite, será cuando comience a brillar con luz propia y ahí, en ese momento, allá donde este, haga lo que haga, sentirá y sentirán los demás que están realmente ante la perfección consciente, personificada en un ser humano.
Si se hacen rodear de la vulgaridad, que también existe, lógicamente su densidad será cada vez mayor. Si por el contrario comienzan a buscar instantes que les hagan brillar, vibrar, irán elevando, irán abriendo esa conciencia y todo lo que han de cambiar lo verán tan natural que la palabra cambio no les afectara, no les retraerá. ¡Es tan natural todo lo que tienen que hacer, es tan natural! Quizá buscan grandezas, palabras elocuentísimas, y es todo tan sencillo y tan cercano al hombre, tan cercano…
Si lo que les retrae es la palabra cambio, no la usen, el cambio se producirá solo sin usar la palabra cambio. Si ustedes se cogen únicamente a instantes que les eleven, no se preocupen por la palabra, no cambien nada, cada cual con su forma, sus hijos, su familia, su trabajo… a ver si así les resulta más sencillo, no cambien nada, pero lo que tienen elévenlo, sublímenlo como si estuviesen ante la misma Divinidad. Sublimen a su pareja, a sus hijos, a sus amigos, a su entorno, a su trabajo, a su hacer. Den muestras de lo que son, que no haya en cada uno de ustedes ni la mas mínima duda de haber podido hacerlo mejor, que dentro de sus mentes se digan: “es perfecto, no puedo hacerlo mejor porque ya no sé hacerlo mejor, es perfecto”. Cuando el hombre se dice a sí mismo “es perfecto”, no tengan la mínima duda de que esa perfección la está rayando en ese instante, y si esos instantes se prolongan, no lo dejan puntualmente por un día que está uno efervescente o por dos porque está en las nubes, como suelen decir, si es ya incorporado, si es ya un hábito en el hombre, de ahí ya surge la luz, de ahí ya surge esa vibración que necesitan cada uno, de ahí ya surge la perfección.
Den curso a ese esplendor del hombre, denle curso, úsenlo. La Tierra, su planeta, lo está usando para ustedes, que sea reciproco. Abandonen esa vida mediocre que tienen la inmensa mayoría, abandónenla, usen lo mismo, partan de lo mismo que tienen, pero que ya la palabra mediocre no quepa, y cámbienla por decir “estoy haciendo que mi vida sea una vida sublime y esplendorosa”.
Amén.
3 comentarios:
Buenas reflexiones, sí, señor.
Un saludo
Hay muchas cosas en las que uno piensa cada ves que entro a ver tu blog. Es de gran ayuda muchas veces trato de poner en practica lo que se lee. Besos y que tu tambien tengas un buen fin de semana.
haciendo que mi vida sea una vida sublime y esplendorosa
te he leido,bueno tienes garras para escribir y me gusta tu estilo
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