27 octubre 2010

Oración del dia 17 de octubre de 2010


Escuchen con atención y fluidez. No traten de retener, dejen que la intención de las palabras vaya impregnando todo su Ser.
A lo largo del día hemos ido recomendándoles que se sumerjan en su interior fortaleciendo así lo que cada cual necesite, para llegar a ser uno con la Totalidad. Hablábamos de la constancia, de la fuerza de voluntad, de la continuidad… Vamos un poco más allá.
Están culminando ese espacio que aconsejamos de diez encuentros en este año. Todo tiene un por qué aunque en principio no se les explique, recuerden que la intención de los encuentros es inducir al ser humano que alcance su divinidad. Ese es, en principio, el fin de estos servidores y el fin de la vida, que alcance todo ser viviente la unión con El Divino, la fusión con la auténtica vida.
Para ello se les va dirigiendo en base la vibración que cada grupo reúne, y se les hacen unas recomendaciones de alimentos, de respiración, todo para ir induciéndoles lo mas armónicamente posible para que tomen ese aliento que haga que sus cuerpos se renueven, que su alma, su espíritu, encuentre la razón para mantener y conservar el cuerpo físico.
Pues bien, dentro de ese momento culminante al que está llegando cada grupo, cada hombre aun no perteneciendo a ningún grupo, aun no planteándose absolutamente nada que no sea lo concreto, aun en ese estado a un nivel primario o inconsciente, el hombre está culminando su etapa humana, escuchen con atención, está culminando su etapa humana.
Este día de hoy les hemos hecho esas recomendaciones de dejar el estomago con falta y no con exceso, para que toda esa energía se vaya acomodando sin dañar ningún órgano. En base a que el hombre tiene excesos de alimento, tiene un exceso de energía humana. Y diferenciamos lo humano de lo divino porque lo humano es lo que densifica, lo que de alguna forma impide que haya esa fusión entre el espíritu, la mente y el cuerpo. En la medida que toda la energía corporal está depositada en hacer una digestión, el hombre no puede, no le deja esa necesidad de poder estar elevando esa vibración y sintiendo otras necesidades latentes que están entrando en el planeta Tierra.
El hombre, repetimos, está terminando su etapa humana en el planeta Tierra. Por tanto, quiere decir que tiene dos opciones: elevar su vibración, conservar el cuerpo físico y fusionarse con este a la Totalidad, con lo cual –escuchen bien- estamos hablando de inmortalidad; la otra opción es continuar humanizando las emociones, dando importancia a lo concreto, mente concreta, necesidades muy concretas, aliviar las necesidades momentáneas, concretizar, en una palabra, el cuerpo en la densidad que hasta ahora ha tenido el planeta, por tanto ese cuerpo envejecerá, llegará su momento y se marchará.
Y hoy no está ahí la función de la humanidad. La función hoy es llegar a conseguir que esa tasa vibratoria del cuerpo se fusione con el espíritu y éste dé la posibilidad de continuar habitando en el planeta sin necesidad de envejecer hasta la totalidad del ciclo planetario. Ese es el tiempo divino, pero el hombre lo está humanizando.
En la medida que el hombre goce de los momentos de su vida -como les explicábamos-, en la medida que goce de esos instantes de vida, el hombre alcanza poco a poco esa tasa de vibración necesaria para la fusión, por tanto comienza a vibrar para mantener sus funciones intactas y continuar.
A la vez que el hombre está llegando a su culminación, todo más allá de él está también llegando a esa culminación. Como decíamos, todo se sintoniza con las mismas necesidades y en la misma frecuencia. Es el hombre, en su afán de entender, de explicarse, el que retarda esa posibilidad. En la naturaleza, tanto animales como plantas llevan una evolución correcta, correcta para vivir esa inmortalidad respirando otra frecuencia vibratoria. Es el hombre, con su razonamiento y su forma de pensar, quien esta retardando esa fusión y, es más, no solo retarda esa función, sino que el tiempo en el que se halla lo hace con sufrimiento o con enfermedad, o sencillamente, dejando que las cosas ocurran, sin vitalidad, sin alegría.
Es función del hombre dejar todo lo humano en su plano humano y trascender, hacer de cada instante o dar a cada instante la trascendencia que corresponde. Ahí entra la voluntad, recuerden que decíamos que todo, todo ha de ser un trabajo por el cual el hombre tiene que transcurrir.
Cuando ocurre un hecho no lo dejen pasar, sea el que sea, lo que sea, este viento, por ejemplo, no lo dejen como un viento que les está acariciando, sientan su transcendencia, sientan que les están hablando desde lo más profundo de la existencia y esto se les penetra por cada poro de su cuerpo, por ejemplo.
Vean la transcendencia en todo lo que piensen, en todo lo que toquen, dejen la vulgaridad para la parte humana, dejen todo lo humano en lo humanamente, en lo material, pero trasciendan todo lo que toquen, todo lo que ideen, todo lo que inhalen, entre otras cosas porque el hombre no es humano y el medio de reconocerse esa parte divina es ver lo divino en todo aquello que existe. Y lo que existe el hombre lo huele, el hombre lo intuye, el hombre lo ve, el hombre lo toca, por tanto esta en todo aquello que le rodea. Si lo humanizan lo densifican y queda única y exclusivamente en algo caduco, algo que finaliza.
Pero dentro del proceso del hombre por la Tierra, la tarea latente, el deber –por llamarlo de alguna forma- que tiene, que por eso eligieron nacer en este momento, es elevar la conciencia planetaria, por tanto es elevar su propia conciencia. No están separados de nada, recuérdenlo. Si una de las funciones del hombre ha sido nacer voluntariamente para elevar la conciencia del momento y fusionarse, fusionar la materia con el espíritu dentro y fuera de su cuerpo, ya no existe la separación, por tanto ya no existirá la muerte, ya no existirá el fin, sino será un medio constante, siempre será la vida, siempre será el cambio, siempre será la continuidad.
Ahora el hombre está viviendo en un plano finito, en un plano concreto donde hasta hoy deja su cuerpo para nacer en otro. Pero eso no es necesario. Observen en el tiempo del planeta, pasan unos años hasta que el ser humano vuelve a retomar su conciencia individual, hasta que comienza a pensar por sí mismo, a actuar por sí mismo, pasan 20, 30…, no es tiempo de dejar pasar nada, de ahí que se le da al hombre la oportunidad para continuar con este cuerpo físico, pero recuerden que tienen que ir a por ello y antes de ir a por ello tienen que querer ir a por ello, tienen que -de alguna forma- impregnarse y sentir que realmente quieren ser parte de ello.
Cuando el hombre se involucra y ve en todo lo que existe y en todo su alrededor lo trascendente, la divinidad del instante, él no decae, es más, siempre ve una intención superior a él que le hace estar y continuar, y si en algún momento decae, ahí pide esa ayuda. Es ahí donde se dice: “pedid y se os dará”, en esa ayuda para continuar dentro del camino para recogerlo, recoger con sus propias manos y con su cuerpo físico y denso, escuchen, no necesariamente tienen que pasar por la llamada muerte para recoger lo que es de cada cual, para recoger la divinidad que en el hombre existe y está.
No necesariamente tienen que sufrir. Tienen que gozar, tienen que reconvertir, ¿recuerdan? Están en el número 8, en el encuentro 8: la regeneración, la transmutación. Tienen que pasar de tanto sufrimiento acumulado encarnación tras encarnación al gozo, al gozo de saberse que son ustedes mismos quienes van a recoger voluntariamente y con toda su intención el legado divino en el momento que cada cual quiera, que cada cual necesite, pidiendo –eso sí-, las fuerzas para no decaer ante tanta oscuridad necesaria que está pasando el planeta porque éste se está despojando todo lo que no sirve para que entre lo que sirve, lo que al hombre le va a servir: pasar de la oscuridad a la luz.
Pero el hombre tiene que sentirlo, tiene que querer ir a por ello y entonces es cuando recibe, recoge aquello que es de él con plena conciencia de que ha dado los pasos necesarios para que todo él se impregne de esa sabiduría para la que nació.
El hombre encarnó en el planeta para coger toda su conciencia y saberse ilimitado dentro de la Creación, ser un ser ilimitado, sin límites de carne ni ningún obstáculo que se le ponga humanamente, pero para ello este momento de humanidad tienen que trascenderlo, elevarlo, buscar la trascendencia del instante, pasar de todas las incomodidades o sufrimientos al gozo puro por estar vivos. Y que no quede en una palabra o un pensamiento, no sirven de nada, recuérdenlo, no sirve de nada una palabra o un pensamiento si no van unidos de una emoción, de algo que les haga latir, algo que les haga sentirse desbordados; ahí sí, ahí ya sirven la palabra y el pensamiento, pero de nada vale estar pensando en algo emocionante o bonito si no se les mueven esas emociones o sentimientos o algo les hace desbordarse.
Busquen en su interior ese momento, ese instante (del cual hablábamos esta mañana) que para ustedes sea trascendente y acójanse a él, porque realmente ese gozo es lo que les va a dar la posibilidad de vibrar de la misma forma que vibra el universo y fusionarse con la divinidad.
Si en cada instante del día después de haberse interiorizado en uno mismo buscando ese templo interno, ese rincón divino dentro de cada cual, el hombre quiere ver en su cotidianidad lo trascendente, que nada se les pase por alto porque todo lo humano que tocan tiene su trascendencia. Sin llegar a ser obsesivo, nada tiene que ser obsesivo, todo es natural, todo, pero en cada hecho está por lo menos la intención de ver, de sentir lo trascendente.
Ahí hay algo tan sencillo como levantar la vista por las mañanas y dejar de ver los problemas o impedimentos cotidianos, elevar los ojos y ver más allá de uno mismo y darle esa importancia a Él: dirige mi vida, hazme sentir la trascendencia en cada momento del día de hoy. Tengan la gran seguridad de que la constancia de esa petición hará que el hombre vea en todo lo cotidiano de su vida lo trascendente, y una vez éste atisbe que su vida es más, mucho más, automáticamente ahí ya nada le para, ya no hay obstáculos para él, puede estar viviendo dentro de esta humanidad, de esta densidad, sin rozarle o encerrarlo, puede estar escuchando un problema, viendo una desgracia, pero su emoción, su vibración continuar estando en el lugar que le corresponde. Por tanto, él está en vías de alcanzar ese estado de gozo donde no existe la muerte ni el fin. Ya comienza a recoger conscientemente ese ser ilimitado.
Lógicamente, el hombre tiene que acallar su mente concreta de sus por qué y sus cómos, cómo ocurre, por qué ocurre… Ocurre, y quiera el hombre o no, lo entienda o no, el hecho es que ocurre y ocurre porque el hombre no es finito, es infinito, ocurre porque el hombre no está hecho de huesos y carne, habita dentro de ellos pero él no es ello, por tanto, cuando él toma conciencia de quién es hace ilimitado lo finito.
Solo tiene que perseverar y tratar de que su vida, su cotidianidad no sea vulgar, no caiga en la dejadez, en el estar por estar, en el vivir por vivir. No, no quiero vivir por vivir, quiero vivir y gozar, quiero arrancar de mí toda limitación porque realmente soy ilimitado y quiero ir con ello con cuerpo y alma, quiero rozar la divinidad con plena conciencia. Hasta que el hombre no necesite de eso, lógicamente no va a ir a por ello, y si no va a por ello, ello no se le va a acercar, no puede, aunque quisiera no puede, forma parte de la conexión o de la atracción vibracional, todo se atrae o se repele en base a lo que el cuerpo esta vibrando, está viviendo.
Viven la felicidad: lo que atraen es felicidad; viven la pena: lo que atraen es la pena; vivan lo que vivan, aquello es lo que atraerán. De ahí que son tan importantes esos pensamientos. Esos pensamientos inculcados por educación apártenlos, creen sus propios pensamientos, hagan su propia función porque esa es la que van a bailar, no otra, no hay tiempo para vivir otra, no hay tiempo para danzar otra.
Y todo se le es dado, todo, cualquier pensamiento aunque les parezca irracional, cualquier necesidad aunque les parezca una barbaridad, no hay límites, no tiene límites el hombre, solo tiene que esperar haciendo, o lo que es igual, ser constante en ir a por lo que es suyo, a por la parte divina que hay en su interior.
El hombre no se percata de muchísimas cosas que ocurren en su entorno porque esta ensimismado en su vida, en lo que ha hecho de su vida. Cuando sale fuera de sí, cuando trasciende mínimamente su entorno, se da cuenta de todo aquello que ha tenido y tiene la humanidad a su alcance pero que no ha sabido interpretar y por tanto no le ha servido porque no lo ha utilizado ni sabía que existía. Coge de repente un libro o algo que le ilumina momentáneamente, y mientras le está llegando esa nueva forma de ver ahí empieza a encontrar la conexión con parte y le empieza a ver el significado de parte de su vida. En la medida que amplia y va ampliando y ampliando, se va dando cuenta que todos los acontecimientos, todos, por sencillos que sean, han hecho que su vida llegue al punto en el que está.
Si una vida comienza a atisbar algo de trascendente es porque ese ser ha ido viendo, ha ido sintiendo, ha ido buscando esa trascendencia en su vida. Nada le es regalado, sí que en un instante algo le abrió la visión, el sentimiento, algo lo puso en sintonía con esa nueva vibración y a partir de ahí comienza a ampliar y ampliar hasta darse cuenta que lo mas pequeñito que tuvo era para eso, para ampliar su conciencia hasta hacerle ver quién era, hasta hacerle sentirse parte de Dios. Pero si no tratan de engrandar aquello que tocan, aquello que ven, y lo dejan únicamente en lo material y lo denso del momento, lógicamente esa visión, esa amplificación no la van a tener y todo, todo lo tiene.
Todas las recomendaciones que se les están dando de la alimentación, la respiración, no son necesarias en sí. Se les da para que les ayude en la densidad del cuerpo, pero en sí, si ustedes se inspiran, si ustedes sienten esa elevación, lógicamente si se observan verán que no comen en demasía, no hacen de su vida un algo más de lo que hay, observarán que tienen una meta que seguir, que su alimentación es justa, que no se están desviando demasiado. Por tanto sean sabios al autoevaluarse en el momento en que están, mejor que uno mismo nadie sabe en el momento en que está; si mis emociones están equilibradas un día y otro día y otro día, estoy en el camino de alcanzar ese gozo pleno; si mis emociones están un día bajísimas hasta el punto de sentir la pena en mi interior, la infelicidad, el dolor…, se están alejando mucho de ese gozo, están impregnándose de todos los pensamientos de esta humanidad doliente y los están atrapando.
Cuanto más conserven esa sensación interna a la cual les inducimos a través de la quietud y el silencio, cuanto más se llenen de ello mas sensación placentera sentirán. Y esa constante será la que en un momento determinado les lleve a ese gozo del que hablamos.
Por tanto obsérvense, observen cual es su tendencia: estar alegres, estar tristes, estar altos, estar bajos… Corrijan esa falta de constancia, corríjanla, no desborden tanto sus emociones, no decaigan tanto sus emociones, busquen ese punto de encuentro, esa constante tan necesaria hoy en este planeta, busquen una constante. Hagan que sus vidas tengan una secuencia –por llamarlo de alguna forma- lo más constante posible; ahí sí pueden, en un momento dado, reconocer todo lo que esta introduciéndose en su interior y en cuanto ustedes reconozcan lo que inhalan, reconozcan ese sentir, ya lo demás no importa, serán autosuficientes para hacer, habrán llegado a sentir quienes son. Pero si por el contrario un día se derraman en felicidad y otros en tristeza, el cuerpo no tiene unas constantes, el espíritu no puede fusionarse con él, por tanto se alejan de ese estado de gozo.
No necesitan que nadie les diga en qué punto están, son ustedes mismos con las referencias que les dan los que deben de observarse si están yendo hacia ese reencuentro o retrocediendo y quedándose en el punto humano.
¿Recuerdan que en su día se les dijo el por qué iban a tener 10 encuentros?, ¿recuerdan el significado que se les dio del 10?: la fusión con el Creador, la fusión con la Divinidad. La mente humana puede preguntarse o deducir: quedan 2 meses, pues el año que viene entraremos en esa fusión… ¡No!, sus mentes están en una línea humana, se les habla de un estado de divinidad, se trabaja con la numerología por su vibración, están en el octavo mes, mes de la regeneración, están en el encuentro 8, tiempo de regenerarse, planetariamente está regenerándose, esta vibrando con el numero 8.
Humanamente el hombre puede llevar su pensamiento pero se equivocará, porque en el momento en que el hombre humaniza y concretiza algo se equivoca. Recuerden que el hombre, cada cual, cada ser de humanidad está en un punto y ese punto es él el único que lo sabe. Bien es cierto que estando toda esa energía regenerativa fluctuando en el planeta, inhalándola el hombre, el ser de humanidad, si su intención es ella lógicamente regenerará su forma de pensar y actuar, y dado a ese encuentro con el Creador, a ese numero 10, podrá sentir humanamente en 2 meses lo que es la fusión con la Divinidad; si no no, por supuesto que no.
Es lo que se les está dando en este instante, partiendo de lo que hay, partiendo de un nivel físico y concreto, pautas de divinidad, y es lo que les están explicando en este instante. Si humanizan su vida vivirán bajo las normas humanas y podrán ser un 8, un 10, un 20, un 40, no ocurrirá absolutamente nada porque son dos planos distintos, no se ha fusionado.
Pero para que se fusione recordamos: el hombre tiene que saber, y es lo que se les está dando, conocimiento para saber cómo se está moviendo hoy la humanidad, en qué punto está el ser de humanidad, qué es lo que quiere alcanzar la individualidad y aquello que individualmente quiera cada cual alcanzar, cómo alcanzarlo, y ahí ya llega ese numero 8 divino, ese numero 10 divino, esa fusión con el Creador, ¿comprenden? Y las palabras son las mismas, pero el hombre no las interpreta igual cuando lo vive bajo una forma humana o cuando transciende lo mismo a una forma divina. Ahí está la equivocación del hombre y ahí es donde hoy se les está corrigiendo. Se parte de lo que hay, escuchan aquello que ustedes pueden entender, pero dándole la trascendencia que corresponde.
Se adentran a esa culminación. Depende de cada uno el llegar a esa fusión, depende de cada cual, pero sepan, sientan, que con las recomendaciones que se les dan pueden llegar a alcanzarlo ya.
Vamos un poco más allá. Vuelvan a relajar las mentes. No traten de recordar, no traten, si están en el punto necesario lo vivirán, dejen la mente tranquila que vaya absorbiendo.
Vamos a darles en un instante la trascendencia necesaria para que a ustedes les impregne en lo más profundo. ¿Cómo? Como se les está dando un conocimiento se les explica cómo. Después, cada cual ya lo puede incorporar o no, depende de él.
Si estamos en la regeneración, en la transmutación, si ahí lo englobamos todo, lógicamente estamos dentro de una regeneración mental, por tanto mis pensamientos no van a ser obstáculo para poder pensar en otra vibración más elevada, otra octava de vibración.
Si ya no siento limite ninguno, si ya siento que en mi está ocurriendo esa regeneración durante estos 30 días, este mes, hasta llegar al noveno, hasta llegar a la inspiración, a la intuición de quien soy, tengo todo ese tiempo para dedicarme, dedicarme, no pensar, dedicarme, la dedicación que cada cual quiera darle, dedicarme con los medios que tenga a mi alcance o con los medios que necesite para alimentar mi mente para que esta únicamente vea la belleza, únicamente la belleza, porque esa belleza me va a inspirar qué viene después, hacia dónde encaminarme; tenía pensado humanamente marcharme a la playa, pero si un pensamiento me es inspirador y me dirige hacia las montañas más altas haciendo miles y miles de Km, hacia ahí me voy a encaminar. Si humanamente necesito algo, lo que sea, y pongo toda mi intención en ver, en sentir el estado trascendente de ese momento que mi humanidad me hace, y le veo ese otro sentido al cual nos referimos y atisbo que ese es inspirador, me ha sido inspirado, dejo la parte humana y voy y hago, o deshago, aquello que en ese instante me están inspirando.
Es de la forma que deja de permanecer este estado de humanidad en replicar más de lo conocido, o más de lo que nos ha sido inducido por la sociedad, por el momento, por la educación, por la familia…, y vamos a lo que es realmente, no humano, pero sí familiar, a lo que nos es familiar, vamos a formar parte de esa divinidad a lo que tanto anhela el hombre y siempre, en los momentos más delicados de sus existencias, algo le ha ido encaminando hacia ello. Esa si es mi familia, ese sí es mi Padre, con mayúsculas. No es un plano concreto y humanizado, es un plano divino el cual mi Ser siempre, en momentos puntuales de mis existencias, me lo ha hecho sentir hasta tal punto que hay momentos en alguna encarnación que no nos ha dejado hasta llegar a alcanzarlo.
Es el legado divino al cual en este tiempo el hombre tiene acceso, porque ya ha culminado todo lo necesario para poder unirse o fusionarse con Él. Por tanto, este tiempo es decisivo en este momento para los grandes buscadores. Ustedes, como seres de humanidad, tienen el deber de saber en qué punto de ese camino se encuentran y coger, hacer, deshacer, decir o decirse cómo continuar.
Como los seres que les ayudan dentro de esta escala evolutiva en la que se encuentran no pueden aproximarse más de lo que están a ustedes, son ustedes los que deben elevar esa vibración. Una forma muy sencilla que tiene el planeta Tierra y que tienen al alcance de sus manos es tomar, beber una vez al día, no importa cuándo, si en la mañana, si al mediodía, si de noche, no importa cuándo, una vez al día como mínimo para que esa densidad del cuerpo y sobre todo la oscuridad que hay hoy en sus mentes y que aun impregna esos estados de ánimo que no les dejan elevar, tomen infusión, un cocimiento de tomillo y jengibre, déjenlo reposar y tómenlo. Eso va a hacer que la energía de sus cuerpos sea más –por decirlo de alguna forma- blanda, más accesible para que puedan penetrar nuevas vibraciones. Es como ustedes lo tomaran o se informaran, como una depuración para la sangre; nosotros le damos la trascendencia que les pedimos en estos momentos a ustedes y es una depuración del alma para que esta se vuelva a su reencuentro y encuentre el camino. Una cocción de tomillo con una pizca de jengibre diariamente, y no tengan tiempo, no esperen ver ni sentir, implántenlo como puedan implantar la comida, la cena, la merienda, háganlo suyo, algo mas a tener en cuenta dentro de esa voluntad y constancia.
Culminen el día de hoy recordando, poniendo en común los puntos más importantes que a cada cual le hayan llegado. Pónganlos en común, denles fuerza, trasciendan a través del verbo aquello que les ha llegado.
Tómense el tiempo y culminen hoy a las 6 de su punto horario; el por qué se les explica, es tiempo de explicaciones para que ustedes eleven esa conciencia: necesitan terminar con el número 4, con la concretización, tienen que concretar esa regeneración con la cual se ha estado laborando el día de hoy, el encuentro de hoy.
Den por culminado a las 6 de su hora local, porque esta sumará un 4 y este será el momento que concretizarán esa energía interna.
¡Gocen, gocen y hagan gozar la vida!
Amén.

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