02 abril 2009

La trascendencia del instante


Hoy es una convocatoria para el hombre, para cada ser de humanidad, sean estos conscientes o no del hecho.

Como tantas veces y tantas hemos ido hablando de que el hombre está preparado, que en su interior todo está, sencillamente él no es consciente.

Cuando hablamos de trascendencia, ¿qué le evoca a cada uno de ustedes? Cuando algo es trascendente, pues esa evocación háganla enormemente grande, porque la palabra trascendente queda perdida para el significado que queremos que sientan.

Es trascendente por el momento en que la humanidad está, es trascendente porque todos están esperando recibirles, es trascendente porque cada uno de los seres humanos en la Tierra y fuera de ella son conscientes, conscientes de todo lo que va a ocurrir y está ocurriendo.

Convocados porque a esa conciencia de lo que va a ocurrir y lo que está ocurriendo son ustedes los que tienen en su interior ese instante de descorrer, de desvelar para tener esa conciencia floreciente. Pero aunque no descorran sus velos, aunque nada quieran saber, aunque nada quieran escuchar, aunque se escondiesen en el rincón más profundo del planeta o de ustedes mismos, aun ahí ustedes escucharían y ustedes verán, porque ya no existe rincón en el planeta ni en ningún ser humano en que no se despierte esa trascendencia de saber quién soy.

Muchos de ustedes están sintiendo aperturas. Le pueden dar un nombre o no darle ninguno, pueden sentirse con esa curiosidad innata del ser humano y profundizar, o no darle ninguna importancia, pero el hecho no deja de ocurrir porque ustedes lo muestren de una u otra determinada forma, ocurre, y es ese momento que está viviendo el planeta Tierra, el Ser en mayúsculas que les acoge, el que esta removiendo y removiéndose para que el hombre vea.

¿Y qué es lo que el hombre va a ver, quiera él o no quiera?, ¿qué creen ustedes que pueden llegar a ver?, ¿qué creen que pueden llegar a sentir? Tal y como ustedes viven, reaccionan y piensan, ¿qué creen que este tiempo les pueden mostrar?

¿Recuerdan que hablábamos de transmutación?, ¿recuerdan que hablábamos de ese instante de luz, de ese momento que el hombre tiene que reconocer para ubicarse en su lugar y así poder escuchar la llamada?

Lo que verán, quizás con los ojos del cuerpo, quizás con los ojos del alma, pero no habrá ninguna duda de esa visión, es de dónde y hacia dónde se han de mover. De dónde proceden los seres humanos y hacia dónde van a ir. Que es un momento trascendente, eso lo van a percibir constantemente. En cada instante de sus vidas van a ver ese tiempo regalado y van, sin darse cuenta, sin ser quizás ni su voluntad ni sus pensamientos, van a darle la trascendencia necesaria a cada instante de sus vidas. Es como si a partir de ya el hombre tomara conciencia de ese bendito regalo que le han hecho, y a partir de ese instante ofrendase cada momento de su vida, cada latir de su corazón, con disfrute. Por eso decimos que es un momento trascendente.

Hasta ahora el ser humano ha vivido bajo los conceptos de educación que ha recibido y ahí ha entrado lo bueno, lo malo, lo blanco, lo negro, todo en base a esa educación. En consecuencia, la palabra trascendente también está bajo esos conceptos. Pero ahora les decimos: este tiempo de más, este tiempo que les ha sido regalado para que ustedes disfruten de la vida, para que ofrenden cada instante pero desde lo más profundo de su corazón, no porque se les pide sino porque lo sienten, esa es la transcendencia a la que nos referimos y de la que hablamos, esa es.

Es un momento o instante trascendente porque nunca jamás el hombre ha ofrendado su vida desde lo más profundo de su corazón, siempre se ha reservado, y es más, siempre ha pedido más, no ha estado nunca conforme con lo que ha tenido o tiene, siempre ha pedido más y siempre, en su rostro ha mostrado la manifestación de la amargura y en sus formas ese agridulce que no ha dejado tiempo para la ilusión, para el disfrute ni para la alegría.

Bajo estos nuevos conceptos, sin necesidad de que el hombre lo haga por petición sino por la necesidad de expresar lo que el corazón está sintiendo a partir de ya, es una inmensa alegría por estar en el planeta, una inmensa alegría por ser conscientes de quienes somos. Y ante eso al hombre no le cabe más que ofrendar cada instante de su vida. Esa es la trascendencia: que el hombre es consciente de cada instante que vive.

Quizás unos lleguen a través del dolor, quizás otros a través de la alegría, otros a través del compromiso, cada ser humano llegará en base a su comportamiento y sus vivencias, pero todos y cada uno llegarán. Quizás unos elijan, quizás otros, por no saber, vivan sus vidas sin elección ninguna, pero lo sentirán y darán las gracias por estar vivos, y darán las gracias a la vida, no al hombre, ¡y darán las gracias a la vida!

¿Cuándo el hombre, no a nivel individual sino grupal, cuándo la humanidad ha sido capaz de dar las gracias a la vida?, ¿cuándo ha sido consciente de la vida? El estar vivos no quiere decir que el hombre haya agradecido la vida, más bien la inmensa mayoría la ha maldecido porque lo que ellos llamaban vida no les satisfacía. Hoy hablamos de la VIDA en mayúsculas, y esa es la que está viendo el hombre.

Si soltamos esas necesidades de las que hablábamos en encuentros anteriores, si nos quedamos únicamente con lo justo y lo necesario que el hombre necesita para vivir, lógicamente ahí verán esa gratitud y aún en los momentos que la mayoría está con sus mentes, viviendo como caótico este momento, hasta ahí observarán que es realmente un momento para bendecir, un momento de trascendencia. Porque sí, hoy es caótico, pero mañana es ese instante de luz necesario, necesario, ese instante donde todo se ha derrumbado y queda lo auténtico.

De ahí que el hombre se da cuenta que quedándose sin nada, perdiendo lo que llaman trabajo, dinero, derrumbándose todo a su alrededor, en un instante eleva los ojos, eleva el corazón y ve el sentido de su vida, ve que todo lo que estaba no le servía de nada. Ahí es cuando el hombre se postra y da gracias por continuar, no sabe hacia dónde, no sabe cómo, pero da gracias por continuar.

Cuando el hombre hinca sus rodillas y su corazón y da gracias a la vida por esa continuidad, ésta lo acoge, lo mima, y ya sí, le da todo lo necesario que le haga falta, todo, porque ya ese ser se basará en esa necesidad auténtica del hombre, y es esa la que el hombre está recobrando y la que vamos a ver. De ahí que todos los seres están alertas del planeta para sostener a cada uno de los seres humanos, para respetar las decisiones de cada ser humano y llevarlo a su lugar de origen.

¿Cuándo el hombre ha vivido instantes así? Sí, en un comienzo se hablaba de la Nueva Era, de grandes cambios a nivel cósmico, pero están viviéndolo, están imbuidos en ese gran cambio y la elección es de cada uno de ustedes para todo lo que acontece: “¡quiero esto!”, en el buen sentido, en el sentido de que el hombre ya sabe lo que necesita, ya sabe lo que todo ser humano necesita. Recuérdenlo y no lo cojan aisladamente, si lo cogen aisladamente no van a ver la trascendencia.

Se supone que el hombre ya sabe qué necesita para encontrarse. Cuando éste ya sabe lo que es necesario para su vida, lógicamente ya sabe lo que es necesario para la raza humana, por tanto ahí ya se le deja elegir hacia dónde, cómo, y se le da. Ya no es el capricho al que ustedes están habituados, ya no son las necesidades externas las que ustedes necesitan, esas se quedan con sus cuerpos –recuérdenlo-, esas se quedan en sus hogares.

Su HOGAR -con mayúsculas- no es la Tierra. Ningún ser humano es de este planeta, ninguno. Pero no porque sean visitantes se les dice que se marchen, ustedes también eligen. Cuando vean, cuando sientan, cuando así requiera cada cual qué hacer, pero conscientes, conscientes. Ahí ya no se les dice a través de los sueños, ahí ya no se les habla a través del inconsciente, no, ustedes al igual que deciden día a día qué hacer, al igual decidirán qué HACER en mayúsculas, ¿comprenden? Y si no hoy, irán comprendiendo en muy poquito tiempo todo lo que se va percibiendo, todo lo que se va sintiendo, dando forma a esa nueva forma de vivir, dando sentido auténtico a este planeta que nos acoge.

Recuerden lo importante que es cuando ustedes acogen a un invitado, que éste sencillamente muestre gratitud, alegría por estar siendo bien acogido. Y en cambio el hombre, hasta hoy, ha estado en un lugar que lo ha acogido –nos referimos al planeta, a la Tierra-, y hasta hoy sólo ha querido robarle, robarle todos los recursos. Y ésta no se ha enfadado con el hombre, aún apuesta por él. Es el mismo hombre quien no ha tenido esa conciencia consigo mismo, pero eso es pasado.

El hombre, aunque hoy aún se sienta que no es merecedor de todo lo que se le da, aunque así lo sienta quizás por lo mal que se portó con la Tierra y con los seres de su entorno, aun así en su interior luce esa vida auténtica que hace que lo queme todo, que lo transmute todo en un instante para sentir el auténtico amor. Y como lo pasado pasado es, el hombre continúa siendo un ser de divinidad y continúa siendo Dios, quizás aún más fuerte porque reconoce. Recuerden este planeta, recuerden todo el uso que él nos ha estado mostrando de experiencias, de recuerdo, de bondades. Y aun cuando no nos creamos merecedores de esto, esto va a ocurrir y vamos a poder realmente elegir el instante de actuar, así, tan natural.

Todo se va a vivir de una forma sencilla, de una forma natural. Lo único, quizás, que se les puede recomendar, es lo que estamos haciendo de un tiempo a esta parte: hasta que ustedes asimilen y vivan el tiempo como un instante de hoy para hoy, de ya para ya, aun cuando ustedes crean en el mañana, en la semana y el mes que viene, lo único que se les recomienda es que mientras piensen o sientan así no den culto a sus cuerpos. Es la única recomendación que se les puede hacer: no cultiven sus cuerpos, respétenlos como templos pero no les den culto, cuídenlos, aséenlos pero no les den más trascendencia, ni hacia la sanación ni hacia la enfermedad. Actúen como si no los tuvieran, disfrútenlos, alégrense, sí, de tenerlos, vívanlos mientras los tienen, pero no les den culto. Sus cuerpos no necesitan nada más que lo que tienen, nada más, no se entretengan ni en la enfermedad ni en lo que ustedes llaman belleza, no es esa la belleza, la belleza se refleja en sus ojos, en sus actos, no en el cuerpo si es más alto, si es más bajo, si es más viejo o es más joven, no se entretengan ahí. Mientras ustedes vivan el tiempo como tal, este no debe ser entretenido en eso.

En la medida en que cada cual vaya llegando a ese estado de conciencia deben –por deber, por débito a la raza humana, por débito a la raza divina- expresarlo con alegría, porque en esos instantes todo lo que salga de ustedes en base a esas nuevas experiencias vividas, va a ser una energía tan fuerte que van a poder ayudar a aquellos que aun no la han alcanzado. No se entretengan en si los entenderán o no, exprésenlo tal y como lo vayan viviendo, con alegría, porque lo que a ustedes quizás les parezca algo novedoso, observarán que al expresarlo todo está ocurriendo ya, y todo cuando se expresa toma vida y se acelera.

Recuerden esto: cuando les decimos que apremien, que aceleren sus pasos -aquellos que cada cual tenga-, ese ritmo, es porque el tiempo es ya y porque cuando ustedes expresan todo lo que están viviendo pueden hacer que los demás lleguen. Y para eso están, para servir, recuerden, están para servir a la humanidad. Y cuando para toda la totalidad sea esa la única meta, es cuando reconocerán a la divinidad en cada ser de humanidad.

Recuerden que les hemos hablado de los grupos, que cuando a un ser le hace falta alcanzar ese estado de conciencia o de vibración le es más fácil alcanzarlo a nivel grupal, y poco a poco se va implantando en cada ser a nivel individual. Hoy el hombre ya puede alcanzar este estado a nivel individual, ya su cuerpo vibra de tal forma que no son necesarios los grupos. Y recuerden que no hace demasiados días les decíamos que para que el hombre pudiese alcanzar ese estado de vibración necesitaba del grupo, poco después se les decía que aceleraran el paso y poco después que se les regalaba el tiempo. ¿Comprenden a donde queremos llegar?, ¿comprenden que están dando zancadas enormes y que lo que antes podía durar lo que ustedes llaman años está ocurriendo? De ahí que decíamos la trascendencia del instante.

Cada instante, hoy, el planeta lo acelera como tiempo atrás le costaba años. Y no es que anteriormente no sirviera, sirvió, sirvió para hoy, y lo de hoy servirá para mañana y lo de mañana para pasado, y así es la evolución, nada se estanca. Lo que sí es cierto es que este tiempo acelerado la Tierra lo está viviendo en este momento de la historia. En este momento de la historia es cuando la Tierra está viviendo ese proceso, por tanto los seres humanos están avanzando como si se tratase de generaciones o de vidas. Lo que pueden vivir quizás en una semana, en otro momento de la historia hubiesen tenido que renacer, pero el hombre lo está asimilando.

Cierto es que aún hoy la gran mayoría le han puesto el nombre de cambio climático; está bien, no importa, no importa que todos los países estén en la banca rota, que todo el mundo esté cabeza abajo, no importa qué nombre se le dé. Lo que importa es lo que ustedes van a ver y a sentir: quiénes son, por qué están aquí, para qué están aquí, preguntas que ustedes ya se están haciendo y se hicieron hace mucho, mucho tiempo, y no tener que pasar vidas esperando esas respuestas, ya llegó, y tan natural.

Lo que el hombre creía catastrófico, lo que vivía como ultimátum, como tantas y tantas veces le han ido diciendo las religiones o seres que hablaban del fin del mundo, masticó esa palabra, asimiló esa palabra y no existe el final, es un constante comienzo y un constante renacer. Lo único que cambia es el estado de conciencia con que se vive, pero no existe el final.

Y el mundo, ¿qué es el mundo? El mundo, quizás, su palabra sería la eternidad y la eternidad no tiene fin, es eso, la eternidad.

Quizás eso sí sería, pero no el fin del mundo ni el fin de la eternidad, lo que más se le ajustaría es: están comenzando a vivir en la eternidad.

Amen.

2 comentarios:

darYrecibir dijo...

"no existe el final, es un constante comienzo y un constante renacer. Lo único que cambia es el estado de conciencia con que se vive, pero no existe el final."

Gracias Adonai, oportuno recordatorio que lo Real (eterno, inmutable y todoabarcador) no puede ser amenazado.

Así, resumo tal como lo hace UCDM cuando dice "Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios"

Vayamos pues en paz cuando asi es y así sea.

Jayja para tí... dijo...

perdi el instante....

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