17 enero 2009

Oración - 14 de enero de 2009

Parece que en estos tiempos la palabra que más predomina en esta humanidad, o que debería predominar, es la tranquilidad.

En tiempos o momentos revueltos el hombre debe permanecer templado, tranquilo. No con eso tiene que permanecer en quietud, no es lo mismo, la tranquilidad y la templanza hacen que el hombre actúe sin involucrarse en su totalidad, actúa sin saber pero con el ánimo y la disposición de apoyo, ayuda hacia uno mismo y hacia el entorno.

Pero en este tiempo lo adecuado es la tranquilidad. Que nada del exterior ni el interior nos desplace ni inquiete hasta el extremo de enfermar.

En los momentos que la humanidad está pasando, que en otras etapas evolutivas pasó de forma distinta, lógicamente sin tanta conciencia como tiene hoy, pero en momentos determinados todos los mundos, todos los lugares son realmente elevados con consciencias más elevadas las cuales hasta alcanzarlas pasan por momentos de turbulencia como el de la Tierra en estos momentos, por tanto, en este impase, hasta que cada uno sepa el lugar que ocupa, dónde y por qué, hasta ese momento el hombre tiene que tener templanza y estar a la espera sin esperar; es una quietud no pasiva, una quietud interna que hace que actúe pero no por una necesidad física, sino por una inquietud interna, entonces sus movimientos aunque no sean conscientes ni pensados son correctos hacia el lugar o punto en el que es necesario que avance, no hay equivocación pero sí que actúa.

El hombre siempre tiene que estar actuando. Es momento de actuar, no de pasividad, pero entiendan hasta qué punto el hombre tiene que saber que la quietud no es pasividad, que la templanza tampoco es pasividad y que la tranquilidad tampoco lo es. Es lo que más se asemeja a la palabra “estoy en paz”. Y todo lo que hago, todo lo que pienso esta en armonía con esa sensación de paz.

Claro que, en estos instantes, decir al hombre que tiene que alcanzar esa templanza sintiendo como siente, estando su exterior como está, no le va a ser sencillo alcanzarlo, pero ahí está en lo que a él le corresponde ese movimiento del que hablamos. La pasividad no le va a llevar a sentirse mejor, por tanto tiene que actuar, y el actuar debe ser siempre en base a ese sentir que va más allá de su necesidad física, entra dentro de su inquietud interna, de su sentir más profundo.

Para eso tiene que saber qué necesita. Recuerden bien que llevamos tiempo diciéndoles y recordándoles que el hombre entró en una nueva dimensión y debe alcanzar esa conciencia que a nivel evolutivo está dentro de ella. ¿Cómo alcanzar esa conciencia sin tener un punto de referencia o un referencial con el cual guiarse sabiendo y sintiendo que todo lo que le envuelve no le satisface, no le llena lo más profundo? Entonces es bueno saber cuáles son las necesidades de este nuevo ser que emerge, este nuevo ser naciente.

En base a saber sus necesidades sabrán el punto en que cada uno de ustedes está, y ahí es donde actuarán o deberían de actuar para ponerse en sintonía con las necesidades de esa nueva raza, de esa nueva vibración, y son las siguientes:

El nuevo ser evolutivo, el nuevo hombre, no se va a mover a través de la posesión. El nuevo ser de humanidad se moverá únicamente a través de la fusión con todo lo que existe, se funde con la idea y con el hombre, está totalmente desvinculado del yo para introducirse en el nosotros. Ya la separatividad no la contempla, es una fusión constante con todo lo que existe, es un dar y recibir sin esperar nada a cambio, es olvidarse de mí para contemplar el todo.

Al no existir la separatividad en él ya no vive con limites, ya sabe que su hacer es, ya no piensa en la equivocación porque no está en ella, actúa única y exclusivamente por ese sentir de amor que le inunda e inunda todo lo que toca.

Ese es el nuevo ser de humanidad, y hacia ahí es donde debemos ir dejando atrás todo lo demás, todo. Si el hombre no deja atrás esa mente concreta, esa posesividad, ese afán de intervenir, la Tierra lo desechará.

Es lógico, es lógico que cuando uno mismo no encaja, no se siente a gusto donde está, él mismo se marche y poco o nada importan los medios que aparecen para que ese ser de humanidad se marche. Pueden ser infinitos, pero cuando uno inconscientemente no ve viabilidad a su forma de pensar, de sentir, y no hace un esfuerzo por adecuarse a lo nuevo que surge, a la nueva tendencia de mente, de ideas y haceres distintos, ya se pondrán las cosas y los medios a su disposición para que el hombre se marche de este lugar.

Como tantas veces les expresamos, nunca el hombre se va a sentir en solitario, nunca se va a sentir solo, siempre se sentirá arropado, pero también se sentirá arropado para marcharse, será su decisión.

Lo que no puede hacer, porque no corresponde y se desintegrará, es permanecer con la misma forma de pensar, con la misma forma de actuar. Sencillamente no corresponde, no porque no le dejen sino porque su cuerpo, ¡su cuerpo, cuerpo material! necesita de otra vibración que éste no le da, que su mente no le da. Y no se la da porque no se atreve a dar esos pequeños movimientos a su vida para hacerle sentir que ya eso está caduco, que ya no se va a sentir satisfecho, ilusionado o motivado -llámenlo como quieran- con esa misma forma de pensar, que tiene que coger otras alternativas.

Y se les da la nueva forma de pensar y sentir del hombre: no puedo pensar ya en mí o mi familia, no puedo pensar en mi entorno, debo pensar en la globalidad del ser humano, debo de mezclarme con esta raza de humanidad que soy, debo sentir en lo más profundo que soy un ser de luz pero que sin la globalidad de los demás seres no puedo resurgir. Yo con mi propia mismidad no soy nada, en cambio soy todo cuando me doy.

Cuando el hombre siente la necesidad de cambiar mi yo, mi yo, sí, no como espíritu, no como falta de identidad, pero sí dejo de ser yo para darme y regalarme en los demás, ahí automáticamente se genera un estado evolutivo que hace que se sienta. Ya no son palabras, ya no son teorías, siento que estoy dando lo mejor de mí, siento que mi forma de pensar ha dado un alto giro y todas las acciones que haga con esta nueva forma de ver la vida van a ser distintas, totalmente distintas y necesarias para este nuevo resurgir aquí en la Tierra sin necesidad –recuérdenlo- de pasar por la llamada muerte, sin necesidad de pasar por las enfermedades para hacerles ver que necesitan una nueva forma de ver y de vivir la vida.

Se ha olvidado que la familia, el núcleo familiar, no solo son esas cuatro o seis o veinte personas allegadas, es todo ser que habita la Tierra y todo ser que habita los universos. Son parte de todo y lo han ido empobreciendo y empequeñeciendo hasta dejarlo en un núcleo super reducido, yo y mi familia. Olvídense, olvídense porque si no se olvidan de esa forma de pensar no van a sentir quienes son, no van a sentir la necesidad de moverse hacia otros mundos y por tanto llegará un momento en que no les satisfaga la vida como la viven.

Eso es a no mucho tardar, ya está ocurriendo. Llámenle como ustedes quieran llamarle, pero si realmente lo aplican a todo lo que saben y saben que no existe la casualidad, que desde el mismo instante en que el hombre es creado, no nacido, creado, todo, hasta el más mínimo detalle está contemplado en el hombre, en los universos, en toda la existencia.

No pueden pensar que este momento que está pasando la humanidad es por una confusión del hombre, o por un mal hacer del hombre. Lógicamente el hombre poco ha ayudado a que esto pueda ser de otra forma, pero no es por esa mala forma de actuar; es una evolución necesaria de la raza y todo se pone en el momento óptimo para que eso sea ya, ahora, en estos momentos, ni antes ni después. Es el momento evolutivo del planeta y de sus habitantes.

Lo que sí puede hace el hombre es apoyar y ayudar a hacer ese tránsito en armonía, y desde luego debe saber cómo es esa nueva raza, qué necesidades pueda tener y qué forma hay de cubrirlas, porque si se anticipa a través de su pensamiento es cuando no ocurren las cosas como una catástrofe, sino que van ocurriendo paulatinamente sin que el hombre entre en esas desgracias.

Puede hacerse con más armonía, puede hacerse y ayudar a que sea con mucha más armonía. Pero también es cierto que el hombre ha de saber a lo que se enfrenta, a lo que va abocado, si quiere o no quiere, si debe o no debe, si lo necesita o no lo necesita y qué lleva con esos movimientos, dónde lo va a llevar si se mueve hacia un lado, dónde lo va a llevar si se mueve hacia otro, porque es necesario que lo haga dentro de su conciencia, que sea consciente constantemente porque es su vida y es la vida de la humanidad, y debe de vivirla como él sienta que la debe vivir y no dejándose arrastrar inconsciente de lo que ocurre.

La consciencia es necesaria para este momento evolutivo, para todos los momentos evolutivos es necesaria la consciencia, de ahí que se les dice: conózcanse, sean conscientes de sus necesidades, sean conscientes de los avances que van haciendo, sean conscientes de los logros que están teniendo, de los fallos, de todo.

Con esa templanza, sin miedo ni obsesión, tan natural. Eso es no quedarse en quietud, eso es hacer. El hacer no es necesariamente movimiento brusco. El hacer es estar en todo momento conscientes de una evolución constante y seguir esa evolución, no querer retenerse en el pasado, no querer anclarse en ninguna posesión, es fluir y fluir con las necesidades del momento en armonía, fluir con la consciencia plena de hacer todo lo que está en el interior de cada uno, que no nos reservamos nada, que estamos dando todo lo que se sabe.

Eso es lo que el hombre debe hacer en estos momentos, y lo que se les enseña es a apreciar toda la ayuda y el apoyo de seres que la mayoría no son conscientes que les están apoyando, pero aun no siendo conscientes es el deber del hombre dar las gracias por saberse -aunque no se sientan- apoyados, porque así, con esa gratitud interna es como van a aprender a no necesitar ese agradecimiento del hombre.

Con gratitud no se necesita la palmadita del hombre en la espalda. Es más, el nuevo ser de humanidad, el que se regala a los demás aparentemente nunca está presente, hace y deja que los demás hagan, no espera esa palmadita que el hombre de hoy está esperando constantemente, deja únicamente sus huellas para que otros las sigan, ese protagonismo ya no cabe, sencillamente se funde.

Ámen.

1 comentario:

Alma dijo...

Siento que mi familia es una flor, en otros momentos, un pájaro, en otros un gato, en otros un árbol, en otros momentos, personas humanas. Es muy estraño, pero todo forma parte de mi, de mi misma creación. Todo es mi mismo amor, frente a mí.

Yo soy una explosión de Su amor, unida a todo, pero separado, para poder disfrutar de ese todo, como regalo, de todo lo que existe sin límites.

Con amor.

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