10 abril 2008

ORACION: SENDEROS DE LUZ


Si el hombre deja su mente tranquila y vive única y exclusivamente bajo los dictados de su corazón, observará que delante de él aparecen infinitos senderos de luz, infinitos.

Si el hombre no se rige por el conocimiento y se muestra humilde con la sabiduría que le da su sentir, podrá elegir dentro de sus infinitos caminos o senderos el más apropiado para él, el más corto, podríamos decir, para llegar a ese estado que anhela, estado de paz, estado de alegría, estado de plenitud, allá donde se encuentre, bien en este planeta o en otros lugares.

Pero si su mente no la rige y la dirige correctamente dándole sus pausas, sus quietudes, hasta incluso a veces el silencio absoluto, si no la educa para que cese en comparaciones, para que cese en juicios, eso es tarea de la mente, el corazón no tiene esa tarea, el corazón vive y hace vivir. La tarea del corazón es elevar al hombre a esos lugares de donde procede, a través de la alegría y la plenitud, y la mente es lo que el hombre tiene para desenvolverse en este planeta, para desenvolverse.

Ya les hemos dicho muchas veces que la mente está muy bien cuando se pone bajo las ordenes del corazón, pero cuando quiere usurpar el puesto que corresponde al corazón, automáticamente el hombre pierde una de sus funciones fundamentales con las cuales vino a este planeta, el perdón, la humildad y el servicio, y si pierde esas tres virtudes se pierde a sí mismo. Si no está presto para servirse y servir, para perdonarse y perdonar, de nada vale el tiempo de duración que esté en este planeta, o lo que es lo mismo, la vida prolongadamente larga, no está cumpliendo con su función.

Cuando la mente quiere ocupar el puesto que no le corresponde -es lo que realmente está ocurriendo en esta humanidad-, entonces está usurpando el lugar del corazón tapando así, no uno, sino la mayoría de caminos o senderos que tiene el hombre para vislumbrar hacia donde y cuando dirigir y asumir su vida como ser individual.

Si el hombre se deja, y eso es un trabajo que él debe de hacer, un trabajo que tiene que imponerse como imposición ya, sí, como imposición, puesto que la mente va y viene a la hora que quiere, le trae y le lleva a ver y hacer determinadas cosas que el corazón ni siquiera, por un asomo, lo sintió. En ese afán de controlar, de proyectar ser más y mejor que los demás, en esa necesidad en la que el hombre ya se metió desde tiempo atrás y formó una gran necesidad de tener lo que sea, tener, abundancia de todo, generó en él lo que muchas veces les hemos comentado, esa gran comodidad e inercia que es lo que está haciendo oscuro el corazón, y lo que está velando los infinitos caminos que tiene el ser para volver a resurgir.

Son pequeños impedimentos que el hombre tiene que vencer, y esos impedimentos son su propia mente, su propia mente en base a la educación que ha recibido y que él se está creando. Y decimos creando porque dentro de esa individualidad y libre albedrio, puede elegir y decidir en cualquier momento si realmente basa su vida en los proyectos ya seleccionados por la propia humanidad o crea sus propios proyectos en base a su forma de ver cómo debería de ser la vida del hombre, cómo debería de replicar el ser humano dentro de este mundo, y en base a eso que sienta, no que piense, que sienta, comenzar a dar nuevos ejemplos de vivir y convivir.

No dejar a sabiendas que lo que hay no lo vemos correcto, no dejarse llevar por esas normas de convivencia. ¿Quién ha creado esas formas de convivencia?: el propio hombre. ¿En base a qué las ha creado?: en base a la conveniencia de unos cuantos para su propio lucro y poder, por eso las implantaron.

Pero van en contra de nuestro sentir y aun así nosotros las llevamos a cabo porque es lo que hace la mayoría de seres humanos. Y lógicamente, esa mayoría de seres humanos, esa humanidad, a poco que nos separemos aisladamente, puntualmente, observamos hacia dónde va con esa actitud.

¿Hacia dónde va?: hacia un separatismo total y hacia una individualidad prepotente, no a una individualidad consciente para volver a retornar, no, a una individualidad prepotente, separatista, en la que algunos seres quieren conscientemente nublar el camino para que el hombre no se sienta libre y pleno.

Pero el hombre debe vivir la libertad, alcanzar la plenitud y vivir bajo las leyes nacidas de su sentir, de su corazón, siendo quien marque sus normas, sus leyes y sus necesidades. Y claro, eso lo vemos muy lejano, porque si todo se basa en las normas proyectadas tal y como están y toda la humanidad se mueve en base a ellas y nadie se plantea que no ha nacido para cumplir esas normas sino otras muy distintas y nada complementarias con las que hay, ¿quién se atreve, como ser humano, a levantar un poco la cabeza y marcar sus propias pautas? Estaría loco, lo tratarían de loco, de rebelde, y tratarían, por supuesto, de quitárselo de encima.

Y eso el hombre lo siente, siente que puede ser así y lógicamente le es más cómodo replicar en lo que hay, que hacer su propio camino individual y sus propias normas individuales, crear una nueva forma de existencia en esta que ya hay, en lo ya creado. Es ahí cuando el hombre comienza a ver las infinitas posibilidades que tiene para alcanzar esa plenitud en este espacio que ocupa, en esta Tierra ya habitada por tantos y tantos seres que quieren cerrar sus ojos, que quieren acallar su corazón y dar rienda suelta a su mente.

Y eso está hasta que cada cual se haga fuerte a sí mismo a través de lo que percibe en su entorno. A través de lo que percibe en su entorno el hombre puede hacerse fuerte. Cuando el hombre se hace fuerte anímicamente, espiritualmente, nada puede pararlo, nada, pero tiene que encontrar esa fortaleza para poder ponerse únicamente en su lugar, en el que le corresponde por ser de divinidad dentro de la humanidad.

Mientras el hombre continúe viviendo bajo las normas ya pre hechas por ese hombre que quiere apoderarse y no quiere para nada el bien para la humanidad, que quiere su propio beneficio, sus propias normas y leyes, y es tan poderoso que se le ha ido uniendo más fuerza y más poder hasta acallar al propio corazón, hasta acallar a ese sentir que ya no sabe qué camino es el adecuado, qué camino tomar, cómo reaccionar y comportarse, su mente le trae y le lleva diciéndole lo que está bien y mal cuando su corazón quizá le dice lo contrario, y se pierde en sí mismo.

Por eso les decíamos la semana anterior “deben buscar en su interior su propio criterio en base a ustedes como seres de divinidad dentro de la humanidad, deben buscar en sus propios caminos internos esos senderos de luz, para que realmente les guíen y les haga fuertes”

El corazón tiene muchísima fuerza, mucha, pero hoy la mente le supera porque el corazón hace mucho que dejó de replicar en base a su sentir, mucho, tanto que en la mayoría de seres está atrofiado, como tantas y tantas cosas, como tantos y tantos dones que el hombre trae latentes y los ha apagado y oscurecido o apartado.

El corazón, el sentir, es fuerte, muy fuerte, pero está atrofiado. Debemos encontrar la forma, cada cual, para hacerlo vibrar y que coja de nuevo el lugar que le corresponde, que haga callar a su mente, sí, que le haga callar, que le haga poder diferenciar lo que es propio y lo que es ajeno para ir descubriendo sus necesidades, para ir poniendo sus propias reglas y normas para uno mismo.

Porque, ¿se imaginan ustedes que cada ser de humanidad existente viviera bajo esas formas y normas y leyes en base a la necesidad de cada uno sin querer usurpar la del otro? Como mucho fundirse, como mucho proyectarse, hacerse fuerte, como mucho. Pero sin querer usurpar. No existiría el juicio, para nada, podríamos ser libres de hablar, libres de expresar en cada momento y situación aquello que sintiésemos sin temor a que nadie nos pudiese enjuiciar, sin temor a que se mal interpretasen las palabras.

Hoy el hombre no se expresa con libertad. Hoy tiene que pensar y ahí es donde corta su libertad, cuando tiene que pensar, cuando debería de vivir y expresarse en base al sentir único del corazón. Pero automáticamente la mente filtra cualquier sensación. Nosotros se lo pasamos voluntariamente a la mente para que lo filtre y le de forma, pero lógicamente la mente ya le da forma en base a la educación que hemos tenido y a las normas que están impuestas. Por tanto, cortamos la expresión del corazón porque nunca le damos paso para que se exprese, siempre vemos algo que no corresponde, y ahí cortamos la expresión del corazón, y tantas veces lo hemos hecho que el corazón no se atreve a expresarse.

Les estamos induciendo para que ustedes lleguen a sus propios planteamientos, y lo expresamos de formas distintas en base a los momentos que ustedes acceden a abrirse, con unas u otras palabras, de formas que nos parece llegarles mejor. Pero si ustedes cuando escuchan y hacen suyo algo de lo escuchado no lo ponen en práctica en sus vidas o lo ponen en práctica puntualmente y lo olvidan, no podrán ayudar a que la humanidad se exprese con mas bondad, no podrán ayudar a que la humanidad realmente se eleve para que sea más fácil llegar al lugar donde toda la humanidad ha de llegar.

Si cuando ustedes sienten –sienten, no piensan, ¿eh?, sienten- algo que podrían aplicar a sus vidas y no puntualmente, sino ya hacerlo suyo como norma de vivir de cada uno, no pueden cambiar, ahí es donde hacemos hincapié de una y mil formas distintas.

Cuando se busquen en su interior, cuando encuentren un rayito de luz dentro de esos miles de senderos que hay en su interior, aplíquenlo a su vida con fuerza, con bondad pero con fuerza, para que sea una muestra, sin querer mostrar nada pero que sea una muestra, para que aquellos que buscan o que ni tan siquiera buscan, pero observan, les agrade, vean que se pueden comportar de forma distinta para hacer la vida más agradable, para hacernos a todos la vida más agradable. Sencillamente, no le demos nombre de espiritualidad, ni de bueno ni malo, vamos a ponerlo en base a la humanidad, más agradable, una vida más llevadera, una vida que nos parezca más saludable, que nos de ese brillo en los ojos, esa esperanza .

Y eso solo lo podemos hacer cuando se sienta, no cuando se piense, cuando se sienta, y sin dar el por qué o poner nombre a las cosas, hay un sentir y en base a ese sentir la persona actúa y actúa una y mil veces y lo hace ya parte de su vida, con todo, con todos.

Muchas veces, en sueños o sencillamente cuando están alegres, atisban que el mundo, nuestro planeta, puede ser maravilloso, intuyen que el ser humano es genial. Pero es un instante. Después, lo que ustedes llaman realidad les da un golpe en la cara y lo primero que dicen es “no me esperaba esta respuesta de tal persona o de tal situación”. Y eso lo ha provocado el mismo hombre, esa situación, esa respuesta, la ha dado el propio hombre.

Somos parte de él, somos parte de esa mente universal y de ese espíritu universal. Nosotros, con nuestro comportamiento, hemos sido parte de esa respuesta, quizá no la hayamos dado nosotros, pero sí que no hemos sido capaces de cambiarla, por tanto hemos fomentado que la respuesta sea la misma que lo que hay, la misma de algo que sabemos que no nos lleva a la felicidad, que no nos lleva a la plenitud, y muchísimo menos, muchísimo menos, al amor.

Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alma: Gracias por esta oración , para mí una de las más bonitas que habeis escrito.

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