Que el hombre puede cambiar el curso de los acontecimientos es algo que ya se les ha dicho, quizá con otras palabras, pero ya se les ha dicho que el ser humano tiene la capacidad de poder recrear su propia existencia formándola como cada cual crea necesario para poder dar rienda suelta a su ser.
Si la humanidad, si el universo, si el Creador tienen en cuenta el acontecer de cada instante, de los acontecimientos que se suceden no solo a través del hombre, sino a través del propio universo y del propio Creador. Si todo ello se contempla porque se sabe y se siente que es de suma importancia relacionarlos para ver la grandiosidad del hecho, el que sea, para ver la creación o lo creado por el hombre, por la propia naturaleza o por el propio Creador.
Cuando el ser humano vive sin ser consciente de que cada instante a través del pensamiento, del hacer, del movimiento, sea el que sea, se aúnan unas fuerzas celestes, unas fuerzas físicas, del hombre, de la naturaleza, de la Divinidad, unas fuerzas que hacen que se creen unos acontecimientos. Si el hombre no es consciente de que eso ocurre así, de que es de suma importancia ser conscientes de cada instante de lo que ocurre en el interior del hombre y lo que ocurre en el exterior.
El hombre no puede comenzar a conocerse como ser humano, como necesidades humanas dentro del planeta tierra, si ve aisladamente todos los acontecimientos que están ocurriendo fuera y dentro de él. No puede conocerse porque parte de lo que ocurre en su interior es un reflejo de los acontecimientos externos. Si el hombre no cae en la cuenta de que su pensamiento, su actitud, mueven esa energía, esos efectos, y crean o generan unos aconteceres, se pierde aisladamente en el resultado sin saber por qué le ocurren ciertas cosas o por qué ocurre, si no a él a la humanidad, al planeta, a la vida en sí.
No puede ver la relación o interrelación que puedan tener si no es consciente de ese hecho de que todo está interrelacionado, todo, el pensamiento, el hacer, el cuerpo físico, sus emociones, que todo ello genera una energía y esa energía, inconsciente o consciente, genera un hecho bien sea físico o mental, y ese hecho genera un acontecimiento bien hacia él, hacia el planeta o al universo, pero genera un acontecimiento.
Cuando el hombre sabe en teoría que eso es así, por su conocimiento, porque ya lo ha escuchado, pero no lo ha hecho suyo, si no lo hace suyo no podrá nunca llegar a conocer su propia mente, ni sus emociones, ni sus respuestas ante lo que le ocurra en la vida. Si eso no lo incorpora hasta hacerlo suyo, muy suyo, y poder ver en cada instante por qué le ocurre lo que le ocurre, por qué piensa lo que piensa, que en cada instante de creación él puede crear para modificar ese acontecimiento y por tanto su vida.
El hombre tiende a olvidar las cosas que le cuestan cierto esfuerzo hacer, asimilar, le es más fácil, mas cómodo dejarlas olvidadas. Pero el que las deje olvidadas no quiere decir que no ocurran, no quiere decir que él no tenga esa fuerza, esa sabiduría de poder cambiar los acontecimientos de su propia vida en base a que identifique que eso es así, eso es real.
¿Cómo poder hacer que el hombre asimile que él es el propio creador de su propia existencia, sin darle ni quitarle la transcendencia a lo divino? Somos seres divinos, seres creados por la Divinidad, sí, pero sin quitar esa trascendencia de lo que somos, vamos a generar nuestra propia existencia sin esperar a que nadie –al decir nadie nos referimos a la Divinidad- cambie lo que el hombre, cada cual, debe cambiar y cambiarse a sí mismo, porque puede y debe hacerlo.
¿Por qué el hombre se recrea, y en base a cualquier religión lo podemos ver, en que alguien –llamémosle como queramos, Dios, Cielo, Divinidad, Creador- cambie nuestra propia existencia porque no nos guste o porque esperamos que sea distinta por un sentir, una necesidad, una intuición, pero sentimos que puede ser distinta, y el hombre se recrea a esperar que a través de unos rezos, de una creencia, de un darse, pueda cambiar su vida? Y eso puede ser así en excepciones puntuales, si así el Creador lo cree. Pero lo habitual que debería de ser es que el propio hombre reconociera su trascendencia de divinidad, sus atributos de ser divino, y pudiera cambiar aquello que no esté a su gusto en base a sus necesidades más profundas, y no esperar a que alguien lo haga por él.
Pero de nuevo retomamos esa comodidad que tiene el hombre a dejar que las cosas se sucedan por si solas. Y dentro de ese conocimiento que se les transmite, nada se construye por sí solo, nada de la existencia, nada de lo creado se sustenta por sí solo. Todo es mantenido, todo es sostenido, bien por la Divinidad o por los seres de divinidad, todo, todo lo que ustedes puedan pensar, imaginar… lo crean o no. Todo se relaciona e interrelaciona con una perfección tal que ni pueden imaginar.
Cada acontecer, tanto del hombre como de lo existente, esta sostenido y recreado por alguien. Por tanto, el hombre, en base a que sabe, debe tomar esa decisión humilde pero firmemente de que es un ser de divinidad capaz de poder girar hacia donde él sienta que debe hacerlo en el instante en que así lo decida. Pero para esa claridad y minuciosidad debe conocerse, y no puede conocerse si no cree que cada acontecimiento esta unido por un hilo fuerte que relaciona entre sí todo lo que existe, todo, pensamientos humanos, pensamientos divinos, emociones humanas, emociones divinas, universos, mundos, todo. Todo se interrelaciona formando un hecho concreto en un momento concreto que el hombre vive como algo aislado, como una casualidad, algo aislado que no va en la mayoría de casos con él, así lo vive el hombre. Algo que él, en ese instante no haya vocalizado o hecho, no lo vive con transcendencia de saber que eso repercute a todo lo que existe, incluido el hombre, por supuesto.
De ahí la gran importancia que debería asumir desde ahora mismo el hombre. Ya no hablamos de la mentira que tanto le cuesta de asumir al hombre. Asumir que es un ser divino le cuesta; asumir que es una mentira andante le cuesta; sea lo que sea, pero que se le dé una trascendencia, al hombre le cuesta, bien sea en positivo o en negativo. Le cuesta creerse que es un ser de divinidad que puede crear o recrear, y le cuesta creerse que es un ser de mentira andante. De nuevo coge ese término medio que no le lleva a ningún sitio, a ninguno.
El hombre tiene que coger esas riendas. El ser de humanidad tiene que coger su propia vida sabiendo cómo se ha creado esa vida, que es un hilo constante unido a todo lo existente, a todo, y que todo se interrelaciona entre si y nada, por pequeño o simple que nos parezca, es un hecho aislado. Que cualquier pensamiento puede dañar, que cualquier pensamiento puede elevar.
Pero el hombre que va, el hombre que piensa, el hombre que dice mitades, el hombre que no se define ni en un lado ni en otro, el hombre que subsiste, ese hombre está muerto en vida, ese hombre no se hace bien a sí mismo y, por supuesto, no hace bien a la humanidad.
El hombre tiene que definirse porque así fue definido, tiene que comprometerse porque así se comprometieron con él, tiene que cumplir porque así cumple la Divinidad con él, así cumple la Tierra con él.
El hombre no puede ir a medias, debe de ir a por todas, a por ese conocimiento interno que nadie ni nada se lo va a dar sino él mismo, porque tiene la capacidad de dárselo a sí mismo y de darse a los seres humanos como un ser de verdad, no de mentira, como un ser de divinidad, no de humanidad.
No se recreen en hechos pasados. Traten de asimilar lo escuchado, de comprender. Traten de sentirse ese hilo interrelacionado con todo lo que existe comenzando por el propio hombre y llegando hacia lo más elevado.
Traten de verse y ver que cualquier aspecto de su vida, por sencillo que les parezca, trasciende fuera de ustedes hasta lugares ilimitados, porque si no se recrean en lo pasado porque no supieron, porque no quisieron, porque delegaron, por lo que fuera, no los entretendrá y quizá podrán dar respuestas acordes con sus necesidades porque comprenderán perfectamente que todo lo que ocurre en sus vidas a partir de ya son hechos que ustedes, cada uno de ustedes, y la humanidad en su totalidad, han generado para que eso ocurra.
En la medida en que el hombre quiera generar nuevas ideas y nuevas visiones y vidas, así deben de pensar y así deben de actuar.
Amén.
1 comentario:
Hola Adonai!!
No me he olvidado de este hermoso blog.
Es que estoy con poco tiempo.
A veces paso y no dejo comentario.
Despues leeré todo tranquilamente.
Hay bastante.
Vengo del blog de Yuria y te imaginas como queda uno después de leer lo que le ha pasado.
Un cordial saludo!! Silvia
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