Si sentimos la naturaleza podemos bien sentir la belleza, la abundancia. Si sentimos al hombre podemos sentir su magia. Si sentimos a la vida, sin lugar a dudas podemos vivir la trascendencia.
Y ahí, partiendo de ese punto trascendente, deben sentir las palabras y dejar su mente en blanco, recordando que todo lo que les resuene es porque está en su interior y es vital que trasciendan bajo ese punto aquello que les llegue, aquello que les haga sentir, aquello que les haga vibrar. Deben hacerlo suyo, vivirlo para que en ese instante comience la trascendencia. Deben saber qué es para poderla vivir en sus vidas partiendo de lo que hay en cada uno de ustedes, partiendo de la vida que cada cual ha elaborado. Deben reunir, religar todas y cada una de las oraciones que han escuchado.
De nuevo se les recuerda que se les está induciendo a través del conocimiento de su propio medio comenzando por ustedes mismos, por sus vidas, con lo que ustedes tienen, de nuevo partiendo de lo que hay para poder llegar a que el hombre se adentre en esa nueva dimensión.
Lógicamente venimos insistiendo. Por más que imaginen, por más que ustedes intuyan, escuchen o vean lo que está ocurriendo en el planeta, lo que está ocurriendo con los seres humanos, con el entorno, por más que ustedes lo imaginen y lo vean, nada es ni será con la auténtica vida.
Por tanto no tienen que coger esquemas mentales, porque no sirven, no tienen que repetir hábitos que tienen aunque crean que son correctos, porque no sirven. Es dejar ese vacío total para que puedan impregnarse de lo nuevo todos sus sentidos, todas sus percepciones. Porque está ocurriendo, seres humanos ya están recibiendo, no información, sino toda esa energía, esa vibración que les hace observar lo distinto, ya no lo equivocado, lo distinto que es lo que ocurre en base a lo que él creía o pensaba. Pero esos seres han dejado ese espacio para poder percibir esa nueva vibración. E insistimos, está ocurriendo.
Pero, ¿qué es lo que le pasa a la mayoría de los seres humanos?: les molesta el intelecto. Hemos dicho muchas veces que el hombre ha engordado demasiado lo que él llama conocimiento y no quiere para nada dejarlo a un lado. Y vuelve a repetir los mismos patrones de conducta porque aunque algo de lo que está ocurriendo le llegue, siempre lo filtra a través de su conocimiento, de lo que ha aprendido, de lo que cree haber aprendido. Pero lo que puede reflejar en la vida, en su vida, es más de lo que hay, más de lo mismo que ya no sirve.
Y volvemos a repetir: observen qué está ocurriendo con sus vidas, con su entorno, para que les cueste aceptar que lo que saben no es lo que hoy corresponde, no es lo que les va a poder ayudar a ver la autentica vida que ya se está plasmando, ¡ya se está plasmando!, y ustedes están viendo la misma vida antigua, están replicando en lo mismo.
Cuando está ocurriendo algo trascendente en el universo, y es el momento, el hombre tiene que sentirlo, y no basta con sentirlo, ha de vivirlo, ha de replicar en su vida, en su hacer diario, en cada instante interna y externamente ha de replicar en base a esa trascendencia que esta.
El hombre no lo vive como tal, está viviendo momentos como algo más. Sí que se plantea, se dice y se repite: “algo está ocurriendo, ¿qué está pasando?”. No sirve con decirse a uno mismo: “algo está ocurriendo, algo me estoy perdiendo”, claro que algo se están perdiendo, están replicando idénticamente igual que ayer, que el año pasado, están en lo finito. Ya se acabó, están replicando en algo que ya no existe. Ustedes viven un tiempo lineal y ese no es el verdadero tiempo. Lo que ustedes están hoy haciendo ya no existe, por eso la vida en el planeta no es vida, no es la autentica vida, es una vida empobrecida, entristecida.
Pero sí que es a raíz de ella que ustedes tienen que trascender ese momento y se les dice como a los niños chicos, se les corrige, se les insiste en que en las pequeñas cosas de sus haceres, de sus vidas, de su entorno, es donde tienen que sacar esa trascendencia. El hombre –recuerden- es el gran mago, puede hacer de esa vida triste e insulsa, pasada o caduca, puede hacer y dar esa trascendencia y servir a los instantes trascendentes del universo. Lo están deseando, lo perciben –se insiste-, se les dice y ustedes, en su mayoría, replican en lo viejo.
No les va a agradar lo que escuchen, no les va a hacer sentir bien, pero deben escucharlo, ¡deben escucharlo! Lo que hagan ustedes con lo que escuchen ya es tarea de cada cual, pero nada se puede comenzar nuevo si antes no se ha dejado todo lo que no sirve, y las vidas –en general- que llevan los seres humanos no sirven.
¿A quién está sirviendo la vida que cada cual lleva? Un instante de reflexión. ¿A quién –y cójanlo literalmente como lo escuchan-, a quien está sirviendo la vida que ustedes llevan?
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En la mayoría de casos están replicando en algo que no sirve ni a ustedes mismos ni a la humanidad, y muchísimo menos al universo. Ya deben soltar todo, pero no de palabra. Averigüen sus vidas, indaguen en sus vidas, observen sus vidas y hagan los arreglos que tengan que hacer ya, porque no se está haciendo.
Para sublimar un hecho, para llevarlo a la máxima vibración a un nivel físico, debe ser perfecto y llevar una armonía y belleza inigualables. Recuerden que decíamos “busquen la belleza en el otro, busquen lo más hermoso en el otro y sáquenlo”. Es aplicable a todo, escuchen, a todo. ¿Qué armonía hay en sus hogares?, ¿qué armonía hay en sus trabajos?, ¿qué armonía hay con los suyos?, ¿qué armonía con aquellos con quienes se rodean?, ¿dónde está la belleza?, ¿dónde tienen la belleza? Pónganse manos a la obra, involucren a toda la familia, a todos los amigos, a todos los seres a quienes conozcan y con los que se relacionen y hagan ese espacio de belleza y armonía, sublimen, porque es tiempo de sublimar el espacio, es tiempo de sublimarse cada ser humano y llegar a esa trascendencia.
Están haciendo unas vidas vulgares, vulgares, lentas y caducas. ¿Dónde está la belleza? Miren en su entorno, ¿sus hogares son hermosos, son bellos, son pulcros?, ¿recuerdan aquella oración de la pulcritud? ¿Dónde está la transparencia?, porque si no se rodean de transparencia en sus vidas, si no se rodean de transparencia no lo van a conseguir.
Se parte de lo que hay. Se les está diciendo y cogen aisladamente lo que les llega. Únanlo, ¡únanlo!, tienen todo, todo en su interior. Se les recuerda, ¿recuerdan?, se les dice casi siempre, lo único que se les hace es recordar porque ya el hombre en sí lo lleva todo en su interior, pero se les debe recordar porque no aúnan todo el conocimiento, van cogiendo retazos de aquí y de allá y se maravillan con un pequeño descubrimiento cuando el hombre es ese gran mago si ve todo el contexto de su vida, todo, si lo aúna todo, sus ganas, su fuerza, su belleza, su armonía, la necesidad de servicio, la necesidad de servir, la necesidad de estar y de descubrir en estos trascendentes instantes de la historia, y vuelven a replicar en lo mismo.
No es agradable escucharlo, y hay muchos seres humanos, cierto es, que están tomando esa nueva armonía, esa nueva vida, esa nueva frecuencia, y están dando giros en su vida, giros de 180º, pero están alineados.
Recuerden que el hombre tiene que saber, sino ¿cómo va a introducir en su vida esos nuevos cambios? Debe de saber, pero una vez ha sentido en su interior ese conocimiento debe aplicarlo. Debe observar su vida, recuerden, su vida, no la vida de los demás, no se comparen a nadie, no juzguen a nadie, es ustedes mismos con ustedes y su entorno, y la ayuda que tienen desde fuera es impresionante, inmensa, pero muevan ustedes la primera pieza, muevan, acérquense a ese estado de conciencia porque el estado de conciencia, esa tasa de vibración más elevada, no puede bajar, ¿lo entienden?, no puede. Se está haciendo muy distante, muy distante. El que está arriba no puede bajar, moriría, físicamente moriría, es el que está abajo quien debe alcanzar solo un peldaño más, y ese peldaño lo alcanza observando su vida.
Observen su vida, observen cómo está, qué de belleza hay en ese interior, en esas relaciones con el entorno comenzando, lógicamente, por ese pequeño núcleo familiar. Pero no se queden en él, extiéndanlo, amplíenlo y observen ustedes, observen, sólo mirando con los ojos físicos, después ciérrenlos y sientan el espacio, huelan el espacio, muévanse por él, ¿con qué tropiezan?
No tienen tiempo para ello, están enfrascados en ese tiempo, en ese horario, en mas y mas y mas de lo mismo, van corriendo de aquí para allá, van apresurados sin detenerse un instante a ver qué hacen con su vida y qué hacen con lo que corresponde a una Vida con mayúsculas.
No se quejen, no se quejen para nada de ella, ¿lo recuerdan?, no se trata de fustigarse cuando uno vea que no es lo que él esperaba, se trata de reaccionar, sencillamente, reaccionen, ¡reaccionen!.
En último término cada ser de humanidad tiene su ritmo, su propio ritmo, por eso no debe compararse con ningún otro, tiene su propio ritmo. Por eso tampoco se le puede juzgar, nadie va más lento ni más rápido, sencillamente hay quien va y quien no va. Quien va eleva esa vibración y tiene otro sentir y otro hacer. Quien no va, quien está repitiendo lo mismo, su vibración es la misma, por tanto aunque escuche no ve, no va por tanto, por tanto no cambia, es esa gran incongruencia que tiene el hombre quiere saber, saber, saber, documentarse, documentarse, documentarse, y lo más sencillo, que es pararse, observar su propia vida, observar la armonía que hay en ella, no lo hace, pero sí pasa al siguiente paso de saber, saber, saber, querer acaparar, querer en definitiva compararse, y cada cual lleva su ritmo. Se sentirán mal, se agobiaran, verán al contrario, parecerá un retroceso si se comparan con otros seres humanos.
Deben de coger su punto, su propio punto, es tan sencillo, ¡tan sencillo! Si nadie les juzga, si ustedes no juzgan, qué más da que en un momento determinado se les ilumine y comiencen a cambiar y otros lo hayan hecho antes, ¡qué más da!, si lo que se trata, lo que se está intentando que comprendan es que el cambio lo va a hacer toda la humanidad entera, toda la humanidad. Lógicamente, unos a un tiempo, otros a otro, unos de un modo, otros de otro, unos con alegría, otros con sufrimiento, unos con enfermedades, otros con salud, pero el cambio, hagan lo que hagan, lo va a hacer toda la humanidad y lo está haciendo.
Se habla para aquel que quiere hacer el cambio con armonía y se les dan bases, únicamente bases, por eso no se han de sentir mal. Tienen que trabajar, observarse e inmediatamente ponerse al Servicio, con mayúsculas, primero a su auto servicio, después al de su entorno más inmediato y después ya serán requeridos.
Pero tienen que armonizar sus vidas. Deben armonizar sus vidas, lo deben, es el gran débito de la humanidad, llegar a dar lo mejor de ese ser cristalino para ayuda de sus semejantes y ayuda para el Gran Plan.
Así sea.
Cambios en nuestros espacios
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¡Hola a tod@s los que pasáis por aquí!
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Hace 5 años
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