Tomen aliento y traguen como si de un néctar de divinidad se tratase. Absorban las palabras, intégrenlas profundamente, traten de dar cauce en su interior conforme vayan asimilando las palabras.
Muchas veces habrán oído que se da por culminada una era y amanece otra nueva, y otras tantas habrán escuchado que estamos en ese tiempo de tránsito entre una y ese nuevo amanecer, entre la oscuridad de lo pasado y el resplandor que le continúa.
Y todo, si se dan cuenta, es un proceso natural como el nacimiento del hombre. Se implanta la semilla, está un tiempo germinando y llega a su culminación justo cuando ha terminado el proceso y está resplandeciente el nuevo ser.
Y todo sigue, ese ciclo armónico y perfecto, todo, incluido el hombre, incluido el ser humano, sigue un ciclo evolutivo con su inicio y su culminación y nuevamente, su nuevo despertar. Y así constantemente. No hay un final, no existe el final, es un principio sin fin, constante y renovador renacimiento.
Pero ese intervalo, ese tiempo en que culmina una era y comienza otra nueva, es un tiempo de tránsito, de incertidumbre, de oscuridad para el hombre, para que resurja de nuevo ese resplandor.
Y ahí, el hombre, en todos los tiempos, ese punto lo ha vivido amargamente, interna y externamente lo ha vivido con guerras entre hombre y hombre, entre hombre y planeta, no ha sabido adecuarse a ese cambio necesario y evolutivo de volver. Y en este tiempo, a esta nueva humanidad le está ocurriendo lo mismo, no entiende, no comprende y por tanto no sabe dirigir su vida con esa dedicación que le dé sentido a lo que está ocurriendo. Y al no tener sentido la vida del hombre, éste entra en la enfermedad y lo que él llama la muerte, tanto voluntaria como involuntariamente. Se están marchando muchos seres humanos, muchos, unos se quitan la vida voluntariamente, no sé que les pueda ocurrir en lo más profundo de su ser para no ver sentido a todo lo que está ocurriendo. Solo se nos ocurre sentir que el hombre, en esa confusión y esas tinieblas, no sabe sentir ese resplandor divino que hay en él, no sabe cómo verlo, cómo sentirlo, y mucho menos cómo ofrecerlo.
No hace mucho les decíamos que el hombre es ese reflejo de la Divinidad, les decíamos que está hecho a la imagen y semejanza y que por tanto debería replicar dentro de esa perfección. Eso lo han escuchado muchas veces y lo han debatido entre ustedes mismos, pero se ha quedado en palabras no vividas, porque si hubiesen vivido esas conclusiones a las que llegaron en su momento, se darían cuenta que no tienen derecho a sentirse como se sienten de vacíos. Se darían cuenta, y ya actuarían en consecuencia, de que sus vidas sí tienen un sentido, sí tienen una causa y, por tanto, un efecto ante el planeta y la humanidad, ante la humanidad y la Divinidad. Sólo con ese motivo ya deberían sentirse plenos, ¡plenos!, por eso decimos que no lo han vivido, que se les ha quedado en palabras, por eso les hemos dicho al inicio de la oración: traguen esa inhalación hacia lo más profundo, integren las palabras y vívanlas, reubíquenlas internamente allá donde las tenga que reubicar cada cual, pero vívanlas mostrando en su vida, en su hacer, en su pensar y en su sentir, que cada una de las vidas que están tiene un sentido.
En este tiempo de incertidumbre no es fácil estar siempre exuberante, no es fácil estar siempre en la cumbre, no es fácil. Pero para eso son un grupo, para eso están agrupados, observen, agrupados, ¿por qué existen los grupos?, ¿por qué se les dice muchas veces que se deben de unir similares sentires, similares vibraciones? Es para potenciarse y poder asumir y asimilar los momentos que el planeta está viviendo. No lo vivan como algo catastrófico, no, es más bien un sentir de esperanza para aquel o aquellos que sepan vivir este nuevo cambio al que el hombre debe de adecuarse, pero necesitan agruparse porque sucumbirán aisladamente, sucumbirán aisladamente.
Estamos en comienzos, comienzos para el hombre, para el ser de humanidad. La tierra ya ha concluido su fase, la ha terminado, ha llegado a la culminación de esa nueva vibración. El hombre está comenzando a sentirla, y observen a su alrededor los seres que se están quitando la vida, los seres que están quitándosela a otros, las enfermedades que se están llevando a grupos grandes de seres humanos, y los que quedan están sin motivación alguna para poder dar otra respuesta ante lo que se les presenta, no lo que se les avecina, lo que se les presenta. A cada cual en su vida se le presentan nuevas etapas y cada uno debe dar nuevas respuestas a esas nuevas formas de sentir.
Lógicamente, en una era novedosa donde el hombre no tiene un punto de referencia ni ningún ser humano que haya pasado por el mismo proceso, en un principio uno se hace sus preguntas, en otro principio sus elucubraciones, sus sentires, su amargura, su decepción, su alegría…, todo eso pasa por él, pero eso, con conocimiento y conciencia, deben de hacerlo rápido y dar cauce a esa nueva forma de ver, y eso sí lo sabe hacer el hombre, pero éste se recrea en su mismidad, con su misma dolencia o su misma necesidad, y se recrea y se recrea y vuelve de nuevo a esa inercia evolutiva de recrearse en un pasado para ver la solución a lo que le está ocurriendo, y no la va a encontrar porque no tiene un punto de referencia, es una nueva era, no ha ocurrido jamás.
En todas las nuevas eras, en los finales o culminaciones, como ustedes los quieran llamar, para que haya un nuevo inicio esa humanidad no tiene referencial alguno, va como dando golpes de ciego, pero va, y llega el que va, el que dentro de su propia experiencia por edad y por vivencia va observando lo que le puede mantener un cierto equilibrio ante algo desconocido, un cierto equilibrio, no baja demasiado aunque no comprenda. Tampoco puede decir que está ilusionadísimo con lo que se le avecina, porque no lo conoce, pero se mantiene en un cierto equilibrio.
Y para mantenerse en ese cierto equilibrio, el hombre coge cualquier punto que tenga a su alcance para no caer. Y ustedes como grupo, tienen esos puntales a los cuales no se cogen, no se acogen. Se piensan fuertes, y estamos en el comienzo. Cada uno de ustedes asimile lo que tenga que asimilar, en lo que le corresponde de entender o en el momento puntual que cada cual esté, y obsérvense si su entorno y ustedes están en equilibrio. Si no están en equilibrio no van a poder aguantar y caerán. Cuando nos referimos a caer, a cada cual, dependiendo del punto evolutivo en que esté, le ocurrirá de una forma u otra, a través de la enfermedad, a través del decaimiento, a través de la muerte o a través de esa vida sin sentir y sin sentido.
Tantas y tantas veces expresamos en los grupos “¡agrúpense!”, pero ustedes no hacen caso, no recuerdan ni lo más inmediato, esa inercia que han hecho de su vida les está arrastrando hasta el punto en que lo escuchado y asimilado por un instante, sólo por un instante, lo olvida. ¿Qué más se les puede decir? ¿Qué palabras se pueden usar para que les llegue a lo más profundo y les haga reaccionar? ¿Qué palabras darán realmente ese cambio en su interior que haga que se refleje la Divinidad que hay en el hombre? ¿Qué apoyo se les puede dar por parte de los servidores de luz, si lo más inmediato que tienen, seres de divinidad como cada uno de ustedes, lo dejan pasar por alto?
Y se refugian en su dolor, en su malestar, en su falta de comunicación, recreándose una y otra vez en el pasado y en lo que la humanidad les hizo y ustedes hicieron a la humanidad, cuando ya no cuenta nada de todo eso, cuando nunca ha contado nada de todo eso, cuando el hombre se está renovando constantemente en cada una de sus respiraciones y puede, a través de esa respiración, cambiar en menos de un instante cualquier acontecimiento del pasado y del presente.
Quizá lo único que quede por añadir en este instante, hasta que ustedes reaccionen, quizá lo único que se pueda añadir sea: no se crean fuertes, no son fuertes, ese impase de oscuridad y de nuevo despertar puede atraparlos casi sin ser conscientes.
Amén.
2 comentarios:
La fortaleza está en el tronco joven o en el tutor?
Temporalmente, ofrezcamos nustra debilidad en las manos de Dios y recibamos su fortaleza.
Porque de Él mana la Vida.
Me gusta mi debilidad.
Dios te bendiga, también! ♥
Tantas y tantas veces se les dice ¡agrúpense....y sí hacemos caso, hemos reaccionado, estamos aprendiendo en cada oración en cada ser que Dios pone a nuestro lado, en cada instante que sentimos nuestra Divina Preséncia.
Ni son todos los que están, ni están todos los que son, aunque por el trabajo no puedo estar en grupo, las posibilidades de Dios son infinitas, el timpo y el espacio no existen en el universo. Todas las mañanas de los miercoles a las 8 y en una perfecta dualidad, mañana, noche, Yo, con amor, desde mi plecso solar, me uno a vosotros, no en cuerpo, pero sí en ALMA, no en palabras, pero sí en silencios, así lo ha querido el cielo y todo en gratitud al Padre, por necesidad, porque la verdad es ÉL, solo ÉL, el amor.
ALMA.
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