26 abril 2009

Historia de humanidad


A todos los que escuchen esta oración y a todos los que llegue esta oración.

Esta oración tiene como propósito que despierten. Ya no es tiempo de dormir, ya no es tiempo de temores, ya no es tiempo de titubeos, es tiempo de despertar, es momento de ver la vida de cada uno y reflexionar qué se está haciendo con esa vida, dejándose sentir.

No pueden preguntarse qué están haciendo con su vida desde la mente, porque la mente les va a dar todas las explicaciones para convencerles de que realmente están haciendo lo que les corresponde, lo que toca, para hacerles sentir satisfechos.

Deben ir a buscar sus propias respuestas internas, que no sea la mente la que les de la contestación. Es fácil reconocer cuando es la mente la que les está respondiendo o cuando es su yo interno, cuando sus anhelos más íntimos, esos que a veces ni uno sabe darles forma pero que siente en lo más profundo una necesidad, un vacio, una inquietud o un algo que no se le sabe dar nombre, que hace al ser humano ir en busca de algo que tampoco sabe qué pero que no lo encuentra a través de la lógica ni de la mente.

Por eso decimos que háganse esa pregunta desde lo más profundo y reconozcan si es esa necesidad intima que ustedes anhelan. Si eso que es respondido les satisface internamente, o les calma internamente, o les hace sentirse en paz con su interior como si hubiesen encontrado la piedra filosofal, como si hubiesen dado con el secreto mas intimo y ultimo de la Creación, eso que no se sabe qué busca el hombre pero que aun hoy anda buscando y que no se lo puede dar el intelecto, que no se lo dan las formas creadas por los hombres, las necesidades creadas por los hombres, va mas allá, a eso nos referimos, esa es la historia que el hombre debe retomar y esculpir, esa es la historia de la humanidad.

No hay límites, el hombre, el ser de humanidad, tiene que despertar para darse cuenta que ha estado dormido durante toda su etapa o evolución en el planeta Tierra. Pero este planeta, sus planeta, sí, estos, este en concreto, les está pidiendo ese recuerdo para que esculpan en su interior su propia historia de ser de divinidad.

Ya no puede el hombre replicar como humano porque no es humano. Su cuerpo humano queda en la tierra, él es esencia divina y en este momento de la historia es su deber despertar para reforzar esa historia, vivir esa historia y romper con la historia de la humanidad, ¿comprenden?

El hombre, en cada encarnación en la Tierra, salvo excepciones que ha habido y las hay, vive únicamente una historia humana, se involucra tanto en esa humanidad que comienza a hacerse finito y comienza a dar forma, a escribir la historia de la humanidad con un comienzo y un final, con el nacimiento y la muerte. Así, encarnación tras encarnación, cada vez que retorna a la Tierra recoge de nuevo esa energía finita y de nuevo vuelve a escribir la historia de la humanidad. Pero ya no es momento de continuar con esa historia. El hombre debe reconocer –por eso decimos “deben de despertar ya”- esa esencia divina y comenzar a escribir su nueva historia de divinidad.

Para eso tienen que romper con lo aprendido, con lo escrito de la historia de esta humanidad. Ya no sirve la muerte, ya no sirve que el hombre se ponga sus propios límites y menos que acepte que se los pongan. El hombre ya tiene el deber de replicar como ser de divinidad, ese ser sin límites ni para su forma de pensar, ni para su modo de hacer, es único e irrepetible y tiene que comenzar a replicar de esa forma.

En todos sus nacimientos ha ido recogiendo los documentos -por decirlo así- de todos sus hermanos, ha ido impregnándose de su propia historia y de la historia de sus antepasados y las hecho propias, tanto que lleva un gran peso que no le deja volar y hace que se ancle en el planeta.

Él no es de aquí, él no pertenece a este planeta, llegó por decisión propia para escribir una nueva historia, para hacer ver que era posible hermanar, unificar, ampliar ese estado evolutivo de conciencia. Vino para enseñar, vino para mostrar, encarnó en cuerpo humano para mostrar que se podía con esa densidad cumplir con su historia de divinidad. O sea, vino para hacer ver la perfección dentro del pensar y del hacer del hombre, sacarlos de su forma rudimentaria, de esa forma salvaje en la que estaba. Vino para poder unificar la carne, lo material, con lo espiritual.

Y es posible y la Tierra, este planeta, dio varias oportunidades para que el hombre así lo sintiese y lo mostrara, pero no, no lo hizo, lo dejó para más hacia delante. La Tierra aletargó, el hombre aletargo esa culminación, pero hoy ya no puede haber ni hay más tiempo, lo que el hombre llama tiempo, ya ha culminado esa energía, ya ha evolucionado esa energía. Por eso hoy no se les pide que ustedes decidan, no, no pueden decidir, ya decidieron, tienen que recordar, tienen que despertar.

¿Por qué hacemos tanto hincapié en que el hombre ha de despertar si hace un instante decíamos que no puede decidir, que la Tierra ya ha llegado a su plena evolución de conciencia, ya es consciente, lo que es igual a que ya ha despertado? Si el hombre es un ser de divinidad y también es su tiempo, ya ha alcanzado ese nivel de conciencia, por tanto ya ha despertado.

Cuando decimos que deben despertar nos referimos a que deben hacer. Comprendan que si tanto tiempo se les dice que en su interior está ya todo, que nada pueden aprender porque todo está aprendido, si todo está aprendido y se les dice que tienen que despertar, sencillamente es actuar, actuar sin miedos y sin límites con la seguridad de que van a elevar sus brazos y van a recoger, a moldear o a escenificar aquello que ustedes estén necesitando, aquello que estén necesitando.

Pero comprendan, si ustedes están ensimismados en esta vida finita con la cual aun temen a la muerte, con la cual aun se apenan por todo lo que ocurre y las circunstancias que les llegan y las que ustedes fomentan, si están tan imbuidos e impregnados en esto que es finito no van a tener la necesidad de querer alcanzar otras posibilidades.

Por eso nos referíamos que escuchen a ese interior, ese que no está satisfecho con nada que les ofrezca esta vida de humanidad pero sí que anhela vivir –con mayúsculas- una vida plena, una vida unificada con la fuente, esa fuente de divinidad, esa transmutación que el hombre puede y debe hacer en estos momentos de un cuerpo humano con las necesidades que él ha conformado, con la vibración densa en la cual está sumergido, automáticamente en un instante tiene la posibilidad de elevar esas manos, esa necesidad de coger lo que le corresponde dentro de este cuerpo, dentro de esta Tierra, dentro de esta vida que él se ha configurado; no necesita absolutamente nada de fuera; todo, todo lo que él imagine, todo lo que él necesite para cumplir un sueño, un anhelo, una necesidad vitral, un… lo que sea a ese nivel de profundidad de querer llegar a lo mas divino de sí mismo, se le da, se le regala, pero tiene que quererlo.

No llega el hombre a comprender la trascendencia del instante, no la llega a comprender. Ha enmarañado tanto su mente y su vida que cree que dentro de lo más difícil, lo imposible, es donde va a encontrar esa felicidad, y es tan sencillo todo… Dentro de esa sencillez es donde el hombre debe hurgar para darse cuenta que no necesita absolutamente de nada, no les va a servir, pero vívanlo, escuchen las palabras y vívanlas, no las almacenen como tantas otras veces y continúen con la vida como si nada hubiesen escuchado.

El hombre cree que necesita saber y estudia para ello, cree que necesita economía y trabaja para esa economía, cree que necesita y necesita y necesita, y observen que todo lo que el hombre cree necesitar es de fuera, aun cree que es de fuera, que se lo van a proporcionar hechos o personas de fuera. No es así. A eso es a lo que deben despertar, a saber que está en su interior, en su necesidad. Si usted tiene una necesidad pobre eso es lo que obtendrá, si tiene una necesidad profunda eso es lo que tendrá. En toda necesidad –con mayúsculas- del alma, del espíritu, no hay trabas si no se las pone uno mismo. Necesito dinero para hacer esto, necesito trabajo para alcanzar dinero, necesito que me escuchen, necesito… Todos, todos se relacionan con hechos de fuera de uno mismo.

El hombre debe hacer para darse cuenta de que lo tiene todo en sus manos, todo a su alcance, eleva la mano y lo coge. Tengo una idea, elevo la mano y la cojo, la desarrollo y no tengo ningún límite porque mi mente no me limita y mis sentidos me muestran que no existen los limites.

Y hace un instante les decíamos: no es tiempo de limitaciones, es un tiempo pasado el de la limitación, es un tiempo pasado el del miedo. Hoy el hombre ya puede avanzar hacia delante porque es para ello para lo que se han puesto todas las fuerzas del universo, para ese gran cambio. De ahí que decíamos: no hay tiempo, están fuera de tiempo, el hecho, aunque ustedes crean haberlo escuchado muchas veces, está ocurriendo ya. Aunque por su pequeñez voluntaria no vean más allá de un palmo de ustedes, el hecho está ocurriendo en el planeta y en el infinito. Todo, planetas, galaxias, todo se está conformando para dar paso a este nuevo planeta y a este nuevo ser que nació.

Observen que si continúan con la misma forma de pensar, si no han hecho un pequeño cambio en esa forma de pensar, todos los acontecimientos les van a sobrepasar, todo lo que está ocurriendo con los seres humanos y con el propio planeta les va a sobrepasar y les va a hacer vivir momentos con mucha pena, con mucha insatisfacción, o bien optarán por marcharse. Si ven que todo lo que está ocurriendo a su alrededor con personas, con la propia Tierra, con ustedes mismos, forma parte de ese despertar, forma parte de esa nueva historia que está escribiendo parte de la humanidad, vivirán los acontecimientos como necesarios para poder dar esa nueva respuesta, para poder poner nuestra rubrica, ser participes del momento que están viviendo la Tierra y los seres.

Ser conscientes no quiere decir estar despiertos para escuchar. Ser conscientes quiere decir recoger todo lo que el hombre debe de hacer, la parte que a cada cual le corresponde, “yo me hago consciente de este despertar y asumo mi hacer para ayudar al planeta y a los seres humanos a que puedan con armonía hacer el cambio”.

No quiere decir que yo esté escuchando, que yo asuma lo que oigo y me quede de brazos cruzados. Algo me corresponde hacer, tendré que trabajar con mi mente para que se relaje y vea otra forma de vivir, tendré que trabajar con mi cuerpo para que este me ayude a poder servir al momento, algo tendré que hacer. No puedo escuchar o identificarme con lo que oigo y continuar sin mover absolutamente nada de mi vida, porque de nuevo recordamos, aunque ustedes como han escuchado tantas veces que ya no hay tiempo, que el tiempo se les regala, aunque no lo hayan asimilado es real, es real, sus tiempos y los nuestros no coinciden. Lo que ustedes llaman tiempo es un instante, pero un instante puede ser lo que ustedes en el tiempo llaman instante. Todo se les está dando pero se les da para que ustedes hagan, no pueden almacenar conocimientos, no pueden almacenar bienes materiales, deben dejar fluir todo.

Cuando el hombre decida, cuando él decida comenzar a actuar desde esta nueva forma de ver sin límites, sin tiempos, sin muerte, cuando se unifique con el hacer únicamente, con el hacer, con el disfrutar, con el vivir, con la alegría de estar realmente cumpliendo con un plan divino con el cual él, en un momento de su historia como ser de divinidad estuvo de acuerdo, cuando el hombre comience a dar muestras de ello, ¿se imaginan por un instante lo que ocurrirá en el planeta?

Cuando desde ya no echemos mano de cosas ajenas a nuestro interior, cuando todo salga desde lo más profundo de nuestro ser, las respuestas, las necesidades, los haceres… No existe equivocación posible, el hombre está dentro de esa firmeza, de esa rectitud y de esa perfección donde no existe el error ni la equivocación.

Son historias pasadas que la humanidad escribió, y como humanos impregnados de esa humanidad estamos replicando, pero no nos corresponde continuar con esta historia, es tiempo de escribir una historia de divinidad.

Tengan la seguridad de que todos los seres están pendientes del planeta y de ustedes, están contemplándolos, están apoyándolos desde lo más profundo del corazón.

Amen.

18 abril 2009

La ofrenda


Hay muchas cosas que el hombre debe de recordar. Debe de recordar porque en la mayoría de los casos ese recuerdo le puede ayudar, le puede ayudar a darse cuenta de todo el tiempo que ha estado únicamente pendiente de sí mismo, de su vida y de su pequeñez.

En el momento que el hombre trascienda ese estado de encerramiento -podríamos decir-, ese estado de cautiverio, ese estado de aislamiento y comience a recordar por qué decidió emprender este viaje, se dará cuenta que ha dejado muchas cosas atrás que realmente le ayudarían, cosas evidentes, sencillas.

El hombre ha apostado por las cosas complicadas, ha apostado por dar alimento a la complejidad, dar alimento a esa mente para enmarañar la vida cuando realmente ésta es sencilla y en sus inicios el hombre lo tenía muy fácil. Y dentro de esa evidencia que el hombre ha perdido de vista, está el planeta Tierra.

El hombre se pregunta: “¿qué hacer con mi vida?, ¿cómo ayudar a los demás?, ¿cómo encontrar mi camino?”. Son preguntas que las hace desde lo más profundo, de hecho siempre les hemos dicho: se eligió a seres por su intención, no por su conocimiento ni por lo que saben. Por tanto la intención es buena, esas preguntas son necesarias, pero observen que aun siendo preguntas profundas y necesarias lo evidente no nos lo preguntamos, quizás por eso -porque es evidente- lo hemos perdido de vista.

¿Por qué estamos aquí? Tan sencillo como decir: porque tú quieres, estoy aquí porque tú me dejas estar. Ese Tú -en mayúsculas- va dedicado a la Tierra, estoy porque Tú me dejas estar, estoy porque Tú apoyas mi hacer y siempre apostaste por mí.

Cuando nace un ser humano y vamos a ver a un bebe felicitamos a los padres, les damos la enhorabuena, vemos su felicidad. Pero no hay un sentimiento de gratitud, de devoción hacia la Tierra cuando, realmente, ese ser ha nacido porque la Tierra lo acoge. Hemos perdido de vista lo más evidente, hemos perdido de vista el trascender cualquier hecho hasta hacerlo rutinario. El hacer del hombre ha perdido su trascendencia, es rutina tras rutina.

Cuando el hombre recuerda que realmente él eligió estar en este momento de la historia en este planeta, no puede hacer otra cosa que rendirse ante tanto amor que este planeta le ha dado, ante tantas posibilidades que le está dando. Y sólo se nos ocurre mirar hacia arriba para dar las gracias a Dios, que está muy bien, pero es que quien nos está manteniendo es un ser, recuerden que la Tierra es un ser, tiene sus emociones, tiene su propia identidad y está en el mismo proceso que el hombre, está retomando esa parte virtuosa, esa parte trascendente, espiritual de la elevación de conciencia al igual que el hombre, y al igual que el hombre necesita del hombre para apoyarse, para elevar esa vibración, para motivarse, para enriquecerse, al igual la Tierra necesita de esa gratitud del hombre hacia ella.

Y sí, en estos momentos se la está teniendo un poco más en cuenta, tratando de reciclar las cosas, tratando de no dañar a la Tierra, y está bien, claro que está bien, se la está teniendo en cuenta. Pero ¿se la habla?, ¿realmente hablamos con la Tierra?, ¿realmente la tenemos en cuenta como un ser vivo?, ¿le damos las gracias como se las damos a la persona que tenemos al lado cuando tenemos un regalo o cuando sencillamente nos mira con amor y le damos un abrazo?, ¿qué ofrendamos a la Tierra?

Damos por hecho que nos va a mantener, que nos va a sujetar, y tanto damos por hecho que ya es para ella una obligación mantenernos. Pongámonos un instante en su lugar: cuántas veces no dice el hombre: ¡basta de obligaciones!, quiero dar y recibir, quiero, necesito una caricia o una mirada de amor. ¿Cuántas veces le expresamos nuestra gratitud?

El hombre tiene que unificar. Recuerden que estamos tratando de que comprendan, de que integren que el hombre debe de unificarse, que ya no puede vivir en su individualidad, debe de unificarse hasta sentir que es un único ser, un único ser. Recuerden que tienen que elevar y trascender todo lo que escuchan. Si decimos que el hombre ya no puede vivir en su individualidad, que debe de unificarse como si de un solo ser se tratase, estamos incluyendo al planeta Tierra; es un ser vivo, no lo tengan como una teoría, es un ser vivo con sus sentires, con sus emociones, con su corazón, y es más, recuérdenlo, si deciden mantenerse en esta planeta éste tiene que abrirles el corazón, tiene que abrirles el corazón y admitirlos en su parte más íntima.

Si nos ponemos en su lugar como madres o padres, ¿hasta cuándo acogeríamos a un hijo si este ni nos conociese?, ¿hasta cuándo abriríamos nuestro corazón? Si le damos salud y este nos abandona, ¿cómo le podemos abrir el corazón a alguien que no se acerca a nosotros?

En los momentos de tránsito en que el planeta se está sumiendo tienen que refugiarse, si esta les deja, en el corazón del planeta. De momento escúchenlo, créanlo o no lo crean pero, como siempre en los últimos tiempos les expresamos, no es necesario que lo crean, es y lo verán. Que después cuando sea y lo vean comprendan, que después cuando sea y lo vean haya o no lo que ustedes llaman tiempo eso ya nadie lo sabe. De ahí que venimos encauzándoles para que no sea un día especial, un día puntual, que sea algo que se implante en su interior y que al igual que ustedes amanecen y dan gracias por estar vivos, agradézcanle a la Tierra, agradezcan a este ser que les acoge todas las posibilidades que les brinda ese nuevo día, vívanlo, no lo hagan como un ejercicio, como una teoría, acostúmbrense a que ésta sea participe de su vida, participe de sus decisiones, involúcrenla para que amplíen esa forma de amar.

Hoy están acostumbrados a amar a un ser humano. El ser humano se expresa como ustedes y sienten que es reciproco, pero tienen que trascender ese estado de amar a algo que aparentemente, aparentemente, no se expresa como ustedes, pero en la medida que ustedes la integren en sus vidas, en sus pensamientos, en sus emociones, en sus sentidos, irán comprendiendo porque ella les hará ver y sentir cual es el auténtico amor.

Dentro de lo difícil que les resulta, les resulta más fácil mostrar amor a otro ser humano, pero en el fondo, salvo excepciones, es porque tienen una respuesta. Si los seres humanos no respondieran a esa llamada de amor también les resultaría difícil. O sea, que ese amor es limitado puesto que siempre está esperando una respuesta, una reciprocidad.

Cuando aprendan a amar a la Tierra comprenderán a qué amor nos estamos refiriendo y comprenderán cuando se les dice “trasciendan”, que es lo que quiere decir la palabra trascender. Es ir más allá de lo que me resulta sencillo o lo que he aprendido. Recuerden que les decimos que no hay nada que enseñarles, que todo está en su interior, nos limitamos a recordarles qué hacer para que ustedes lo sientan, lo vean y den ese paso evolutivo.

Esa forma de amar está en su interior. Todo lo que les expresamos esta dentro de ustedes, pero no han llegado hasta allí. Han de trascender esa forma de vivir que tienen, esa forma de pensar que tienen, esa forma de amar que tienen, todos sus sentidos han de trascenderlos para que comprendan y puedan ir un paso mas allá, y este es el momento, y están preparados, por supuesto, el hombre está preparado para escucharlo y para hacerlo, está dentro de él con las posibilidades de sacarlo en este momento de la historia, hoy, ya, no hay nada para mañana. No crean que lo tienen que aprender, no, no tienen que aprender nada, ya lo saben, está guardado y en muchos ya no está tan guardado, está a punto de salir, a punto de reconocerlo.

Cuando el hombre se ofrende a la Tierra, cuando todo su hacer y toda su vida pase por ese filtro como así debió de ser y así fue durante un tiempo, la humanidad nada hacía, nada pensaba que no pasara por el filtro de la Tierra, ella era la primera en saber qué iba a hacer, cuál era el siguiente paso del hombre, porque se le hacía ver, se le ofrendaba cada instante de la vida, el hombre reconocía la importancia porque sin ella él no existiría y ésta era todo abundancia con el hombre, había un amor reciproco y nada le faltó al hombre.

Pero ese tiempo paso y el hombre olvidó, olvidó porque se dedicó a otras tecnologías también necesarias, escuchen bien, todo lo que el hombre lleva aprendido es necesario, lo que quizás olvidó fue el unirlo todo, el no dejar nada, el no dar nada por sentado y por hecho, el aprender y aprender y aprender sin dejar nada atrás, todo sirve, todo sirve cuando lo unifico, todo me sirvió y todo me servirá.

Por eso les decimos: no cojan las palabras aisladas, no cojan las oraciones puntuales, hay un seguimiento, desde que comenzó la humanidad, desde su primera trayectoria todo es importante y trascendente en el hombre, todo, pero éste cada vez más se coge a lo último, desarrolla lo último y siempre está en lo último.

Unifiquen. Así como ustedes ya no deben pensar aisladamente para nada, deben de unificarse como un solo ser humano, como un solo ser. Esa conciencia grandiosa de millones y millones de identidades, pero con una sola conciencia, sabiéndose lo que cada cual es, sabiendo que mi sentir es tu sentir y mi necesidad es tu necesidad, y que si yo cubro una de mis necesidades estoy cubriendo las tuyas, incluyendo la Tierra. No dejen nada atrás, tienen que mirar hacia arriba, sí, ver la belleza, también, pero miren el suelo, el suelo que les acoge, miren el suelo y den gracias constantes por estar cuidando de cada uno de sus pasos y pídanle, pidan que les continúe acogiendo.

Nos adentramos un poco más. ¿Recuerdan? Decíamos: miren qué necesitan ustedes para comprender cuál es la necesidad de los seres humanos. Si nos adentramos un poco mas y sentimos al planeta como un ser, ¿qué necesita este ser?

Cuando el hombre -y más en la actualidad- sale a la calle hay momentos en que todo le sobrepasa, los ruidos, las personas, la actividad… porque necesita un tiempo de descanso o un tiempo de interiorización o un tiempo de silencio. Vean al planeta, a su planeta, como un ser y comprendan que habrá días en que también se sienta saturada, también necesite ese silencio.

El hombre está acostumbrado a decir: ¿qué puedo hacer yo ante tanta humanidad?, ¿qué puedo hacer yo si no soy nadie? Esa limitación tienen que abortarla ya. Un pensamiento de un ser perfecto como es el ser humano no puede tener esa forma. A estas alturas deben saber ya que su forma de pensar, una forma de pensar armónica, una forma de pensar con amor, puede romper todas las barreras que los demás seres pongan, no hay limitación cuando un sentir es profundo y recto. Con su forma de pensar un ser humano puede hacer que la Tierra no se sature más de lo que está, que no le cabe más. Es como cuando ustedes dicen: es la gota que colma el vaso, no le cabe más en su interior.

¿Qué hacer? Ya no se trata de no tirar más basura, ya no se trata porque ya no hay mas marcha atrás, ya está la cosa hecha. Ustedes, sus cuerpos y el cuerpo del planeta ya han llegado a su culminación, no les cabe más, ¿comprenden? No cabe ni un pensamiento negativo más en ustedes ni en ella. Por más que ustedes ahora quisieran limpiarse, cuando ya están enfermos, ¡ya están enfermos!

No se trata de fustigarse porque han enfermado o porque la Tierra está enferma, se trata en la medida que cada uno de ustedes vaya sintiendo esa llamada de devoción ante ustedes y el planeta, ante este ser grandioso, de no fustigarla más, de que cada uno de sus pensamientos sea de armonía, de amor, de belleza, de gratitud, de devoción hacia sus cuerpos y hacia ella.

Recuerden que les decíamos: no den culto a sus cuerpos, ¿lo recuerdan? No se trata de limpiar las calles, que también, no se trata de ponerse pinturas en los rostros ni buenos vestidos, ni buenos perfumes, que también si así se necesitan, pero no se trata de eso. Trasciendan las palabras, se trata de ir a lo profundo, al corazón de la Tierra, al corazón del ser de humanidad, no se entretengan en la forma, la forma no sirve, la forma sirve únicamente para mantener la energía.

No necesitan más culto, recuérdenlo. Podemos embellecer las calles de la Tierra, claro que sí, pero no se queden ahí, ella está enferma, tienen que llegar al sentir, tienen que llegar a su corazón, arrópenla y arrópense mutuamente porque si ustedes se arropan la arroparán, si ustedes la arropan ella les arropará, es mutuo. Nunca, nunca les ha faltado absolutamente nada, siempre ésta les ha dado lo mejor de sí, si no lo han tenido es porque ustedes se han alejado demasiado de ella y aun así aún habitan en sus brazos, aun así aún habitan en sus brazos.

Pero no se trata únicamente de estar. El hombre, en cada instante se va a dar más y más cuenta de que no se trata sólo de existir sino de que esa existencia tenga un sentido para la vida. Recuérdenlo porque si no esta forma dejará de existir con esta forma. No se trata únicamente de estar, se trata de estar con sentido, ahí pueden involucrar la palabra trascendente. ¿Qué hacer con la palabra trascendente? No se trata ni más ni menos que de estar haciendo lo que uno hace pero dando ese sentido auténtico de lo que es en cada aspecto de la vida, si se habla de la naturaleza sobre la naturaleza, si se habla del hombre del hombre, si se habla del trabajo del trabajo, que no sea automático, que no sea algo pesado, trascender ese peso, trascender esos límites se hable de lo que se hable, eso es lo que el hombre debe de hacer.

Cuando preguntan y preguntan “¿qué hacer?, ¿cuál es mi hacer?”, es ese, pero lo deben ustedes de sentir. Es ese, es trascender esa apatía, esa forma de pensar limitada, esa forma de hacer caduca para postrarse en primer lugar ante el ser que nos mantiene: ¡gracias, gracias por mantenerme, a partir de ya cuento contigo desde lo más profundo como mi madre, como mi amiga, como mi maestra, como mi vida!

Ahí -repetimos y culminamos-, cuando ustedes den esa trascendencia a la Tierra, descubrirán el auténtico amor, y es más, a partir de ese instante lo reconocerán porque se sentirán uno con todo lo que existe, ¡uno con todo lo que existe!, ya no necesitaran más preguntas, ya no necesitaran sino vivir, regocijarse por haber recordado y reconocido.

Gracias a ti.

02 abril 2009

La trascendencia del instante


Hoy es una convocatoria para el hombre, para cada ser de humanidad, sean estos conscientes o no del hecho.

Como tantas veces y tantas hemos ido hablando de que el hombre está preparado, que en su interior todo está, sencillamente él no es consciente.

Cuando hablamos de trascendencia, ¿qué le evoca a cada uno de ustedes? Cuando algo es trascendente, pues esa evocación háganla enormemente grande, porque la palabra trascendente queda perdida para el significado que queremos que sientan.

Es trascendente por el momento en que la humanidad está, es trascendente porque todos están esperando recibirles, es trascendente porque cada uno de los seres humanos en la Tierra y fuera de ella son conscientes, conscientes de todo lo que va a ocurrir y está ocurriendo.

Convocados porque a esa conciencia de lo que va a ocurrir y lo que está ocurriendo son ustedes los que tienen en su interior ese instante de descorrer, de desvelar para tener esa conciencia floreciente. Pero aunque no descorran sus velos, aunque nada quieran saber, aunque nada quieran escuchar, aunque se escondiesen en el rincón más profundo del planeta o de ustedes mismos, aun ahí ustedes escucharían y ustedes verán, porque ya no existe rincón en el planeta ni en ningún ser humano en que no se despierte esa trascendencia de saber quién soy.

Muchos de ustedes están sintiendo aperturas. Le pueden dar un nombre o no darle ninguno, pueden sentirse con esa curiosidad innata del ser humano y profundizar, o no darle ninguna importancia, pero el hecho no deja de ocurrir porque ustedes lo muestren de una u otra determinada forma, ocurre, y es ese momento que está viviendo el planeta Tierra, el Ser en mayúsculas que les acoge, el que esta removiendo y removiéndose para que el hombre vea.

¿Y qué es lo que el hombre va a ver, quiera él o no quiera?, ¿qué creen ustedes que pueden llegar a ver?, ¿qué creen que pueden llegar a sentir? Tal y como ustedes viven, reaccionan y piensan, ¿qué creen que este tiempo les pueden mostrar?

¿Recuerdan que hablábamos de transmutación?, ¿recuerdan que hablábamos de ese instante de luz, de ese momento que el hombre tiene que reconocer para ubicarse en su lugar y así poder escuchar la llamada?

Lo que verán, quizás con los ojos del cuerpo, quizás con los ojos del alma, pero no habrá ninguna duda de esa visión, es de dónde y hacia dónde se han de mover. De dónde proceden los seres humanos y hacia dónde van a ir. Que es un momento trascendente, eso lo van a percibir constantemente. En cada instante de sus vidas van a ver ese tiempo regalado y van, sin darse cuenta, sin ser quizás ni su voluntad ni sus pensamientos, van a darle la trascendencia necesaria a cada instante de sus vidas. Es como si a partir de ya el hombre tomara conciencia de ese bendito regalo que le han hecho, y a partir de ese instante ofrendase cada momento de su vida, cada latir de su corazón, con disfrute. Por eso decimos que es un momento trascendente.

Hasta ahora el ser humano ha vivido bajo los conceptos de educación que ha recibido y ahí ha entrado lo bueno, lo malo, lo blanco, lo negro, todo en base a esa educación. En consecuencia, la palabra trascendente también está bajo esos conceptos. Pero ahora les decimos: este tiempo de más, este tiempo que les ha sido regalado para que ustedes disfruten de la vida, para que ofrenden cada instante pero desde lo más profundo de su corazón, no porque se les pide sino porque lo sienten, esa es la transcendencia a la que nos referimos y de la que hablamos, esa es.

Es un momento o instante trascendente porque nunca jamás el hombre ha ofrendado su vida desde lo más profundo de su corazón, siempre se ha reservado, y es más, siempre ha pedido más, no ha estado nunca conforme con lo que ha tenido o tiene, siempre ha pedido más y siempre, en su rostro ha mostrado la manifestación de la amargura y en sus formas ese agridulce que no ha dejado tiempo para la ilusión, para el disfrute ni para la alegría.

Bajo estos nuevos conceptos, sin necesidad de que el hombre lo haga por petición sino por la necesidad de expresar lo que el corazón está sintiendo a partir de ya, es una inmensa alegría por estar en el planeta, una inmensa alegría por ser conscientes de quienes somos. Y ante eso al hombre no le cabe más que ofrendar cada instante de su vida. Esa es la trascendencia: que el hombre es consciente de cada instante que vive.

Quizás unos lleguen a través del dolor, quizás otros a través de la alegría, otros a través del compromiso, cada ser humano llegará en base a su comportamiento y sus vivencias, pero todos y cada uno llegarán. Quizás unos elijan, quizás otros, por no saber, vivan sus vidas sin elección ninguna, pero lo sentirán y darán las gracias por estar vivos, y darán las gracias a la vida, no al hombre, ¡y darán las gracias a la vida!

¿Cuándo el hombre, no a nivel individual sino grupal, cuándo la humanidad ha sido capaz de dar las gracias a la vida?, ¿cuándo ha sido consciente de la vida? El estar vivos no quiere decir que el hombre haya agradecido la vida, más bien la inmensa mayoría la ha maldecido porque lo que ellos llamaban vida no les satisfacía. Hoy hablamos de la VIDA en mayúsculas, y esa es la que está viendo el hombre.

Si soltamos esas necesidades de las que hablábamos en encuentros anteriores, si nos quedamos únicamente con lo justo y lo necesario que el hombre necesita para vivir, lógicamente ahí verán esa gratitud y aún en los momentos que la mayoría está con sus mentes, viviendo como caótico este momento, hasta ahí observarán que es realmente un momento para bendecir, un momento de trascendencia. Porque sí, hoy es caótico, pero mañana es ese instante de luz necesario, necesario, ese instante donde todo se ha derrumbado y queda lo auténtico.

De ahí que el hombre se da cuenta que quedándose sin nada, perdiendo lo que llaman trabajo, dinero, derrumbándose todo a su alrededor, en un instante eleva los ojos, eleva el corazón y ve el sentido de su vida, ve que todo lo que estaba no le servía de nada. Ahí es cuando el hombre se postra y da gracias por continuar, no sabe hacia dónde, no sabe cómo, pero da gracias por continuar.

Cuando el hombre hinca sus rodillas y su corazón y da gracias a la vida por esa continuidad, ésta lo acoge, lo mima, y ya sí, le da todo lo necesario que le haga falta, todo, porque ya ese ser se basará en esa necesidad auténtica del hombre, y es esa la que el hombre está recobrando y la que vamos a ver. De ahí que todos los seres están alertas del planeta para sostener a cada uno de los seres humanos, para respetar las decisiones de cada ser humano y llevarlo a su lugar de origen.

¿Cuándo el hombre ha vivido instantes así? Sí, en un comienzo se hablaba de la Nueva Era, de grandes cambios a nivel cósmico, pero están viviéndolo, están imbuidos en ese gran cambio y la elección es de cada uno de ustedes para todo lo que acontece: “¡quiero esto!”, en el buen sentido, en el sentido de que el hombre ya sabe lo que necesita, ya sabe lo que todo ser humano necesita. Recuérdenlo y no lo cojan aisladamente, si lo cogen aisladamente no van a ver la trascendencia.

Se supone que el hombre ya sabe qué necesita para encontrarse. Cuando éste ya sabe lo que es necesario para su vida, lógicamente ya sabe lo que es necesario para la raza humana, por tanto ahí ya se le deja elegir hacia dónde, cómo, y se le da. Ya no es el capricho al que ustedes están habituados, ya no son las necesidades externas las que ustedes necesitan, esas se quedan con sus cuerpos –recuérdenlo-, esas se quedan en sus hogares.

Su HOGAR -con mayúsculas- no es la Tierra. Ningún ser humano es de este planeta, ninguno. Pero no porque sean visitantes se les dice que se marchen, ustedes también eligen. Cuando vean, cuando sientan, cuando así requiera cada cual qué hacer, pero conscientes, conscientes. Ahí ya no se les dice a través de los sueños, ahí ya no se les habla a través del inconsciente, no, ustedes al igual que deciden día a día qué hacer, al igual decidirán qué HACER en mayúsculas, ¿comprenden? Y si no hoy, irán comprendiendo en muy poquito tiempo todo lo que se va percibiendo, todo lo que se va sintiendo, dando forma a esa nueva forma de vivir, dando sentido auténtico a este planeta que nos acoge.

Recuerden lo importante que es cuando ustedes acogen a un invitado, que éste sencillamente muestre gratitud, alegría por estar siendo bien acogido. Y en cambio el hombre, hasta hoy, ha estado en un lugar que lo ha acogido –nos referimos al planeta, a la Tierra-, y hasta hoy sólo ha querido robarle, robarle todos los recursos. Y ésta no se ha enfadado con el hombre, aún apuesta por él. Es el mismo hombre quien no ha tenido esa conciencia consigo mismo, pero eso es pasado.

El hombre, aunque hoy aún se sienta que no es merecedor de todo lo que se le da, aunque así lo sienta quizás por lo mal que se portó con la Tierra y con los seres de su entorno, aun así en su interior luce esa vida auténtica que hace que lo queme todo, que lo transmute todo en un instante para sentir el auténtico amor. Y como lo pasado pasado es, el hombre continúa siendo un ser de divinidad y continúa siendo Dios, quizás aún más fuerte porque reconoce. Recuerden este planeta, recuerden todo el uso que él nos ha estado mostrando de experiencias, de recuerdo, de bondades. Y aun cuando no nos creamos merecedores de esto, esto va a ocurrir y vamos a poder realmente elegir el instante de actuar, así, tan natural.

Todo se va a vivir de una forma sencilla, de una forma natural. Lo único, quizás, que se les puede recomendar, es lo que estamos haciendo de un tiempo a esta parte: hasta que ustedes asimilen y vivan el tiempo como un instante de hoy para hoy, de ya para ya, aun cuando ustedes crean en el mañana, en la semana y el mes que viene, lo único que se les recomienda es que mientras piensen o sientan así no den culto a sus cuerpos. Es la única recomendación que se les puede hacer: no cultiven sus cuerpos, respétenlos como templos pero no les den culto, cuídenlos, aséenlos pero no les den más trascendencia, ni hacia la sanación ni hacia la enfermedad. Actúen como si no los tuvieran, disfrútenlos, alégrense, sí, de tenerlos, vívanlos mientras los tienen, pero no les den culto. Sus cuerpos no necesitan nada más que lo que tienen, nada más, no se entretengan ni en la enfermedad ni en lo que ustedes llaman belleza, no es esa la belleza, la belleza se refleja en sus ojos, en sus actos, no en el cuerpo si es más alto, si es más bajo, si es más viejo o es más joven, no se entretengan ahí. Mientras ustedes vivan el tiempo como tal, este no debe ser entretenido en eso.

En la medida en que cada cual vaya llegando a ese estado de conciencia deben –por deber, por débito a la raza humana, por débito a la raza divina- expresarlo con alegría, porque en esos instantes todo lo que salga de ustedes en base a esas nuevas experiencias vividas, va a ser una energía tan fuerte que van a poder ayudar a aquellos que aun no la han alcanzado. No se entretengan en si los entenderán o no, exprésenlo tal y como lo vayan viviendo, con alegría, porque lo que a ustedes quizás les parezca algo novedoso, observarán que al expresarlo todo está ocurriendo ya, y todo cuando se expresa toma vida y se acelera.

Recuerden esto: cuando les decimos que apremien, que aceleren sus pasos -aquellos que cada cual tenga-, ese ritmo, es porque el tiempo es ya y porque cuando ustedes expresan todo lo que están viviendo pueden hacer que los demás lleguen. Y para eso están, para servir, recuerden, están para servir a la humanidad. Y cuando para toda la totalidad sea esa la única meta, es cuando reconocerán a la divinidad en cada ser de humanidad.

Recuerden que les hemos hablado de los grupos, que cuando a un ser le hace falta alcanzar ese estado de conciencia o de vibración le es más fácil alcanzarlo a nivel grupal, y poco a poco se va implantando en cada ser a nivel individual. Hoy el hombre ya puede alcanzar este estado a nivel individual, ya su cuerpo vibra de tal forma que no son necesarios los grupos. Y recuerden que no hace demasiados días les decíamos que para que el hombre pudiese alcanzar ese estado de vibración necesitaba del grupo, poco después se les decía que aceleraran el paso y poco después que se les regalaba el tiempo. ¿Comprenden a donde queremos llegar?, ¿comprenden que están dando zancadas enormes y que lo que antes podía durar lo que ustedes llaman años está ocurriendo? De ahí que decíamos la trascendencia del instante.

Cada instante, hoy, el planeta lo acelera como tiempo atrás le costaba años. Y no es que anteriormente no sirviera, sirvió, sirvió para hoy, y lo de hoy servirá para mañana y lo de mañana para pasado, y así es la evolución, nada se estanca. Lo que sí es cierto es que este tiempo acelerado la Tierra lo está viviendo en este momento de la historia. En este momento de la historia es cuando la Tierra está viviendo ese proceso, por tanto los seres humanos están avanzando como si se tratase de generaciones o de vidas. Lo que pueden vivir quizás en una semana, en otro momento de la historia hubiesen tenido que renacer, pero el hombre lo está asimilando.

Cierto es que aún hoy la gran mayoría le han puesto el nombre de cambio climático; está bien, no importa, no importa que todos los países estén en la banca rota, que todo el mundo esté cabeza abajo, no importa qué nombre se le dé. Lo que importa es lo que ustedes van a ver y a sentir: quiénes son, por qué están aquí, para qué están aquí, preguntas que ustedes ya se están haciendo y se hicieron hace mucho, mucho tiempo, y no tener que pasar vidas esperando esas respuestas, ya llegó, y tan natural.

Lo que el hombre creía catastrófico, lo que vivía como ultimátum, como tantas y tantas veces le han ido diciendo las religiones o seres que hablaban del fin del mundo, masticó esa palabra, asimiló esa palabra y no existe el final, es un constante comienzo y un constante renacer. Lo único que cambia es el estado de conciencia con que se vive, pero no existe el final.

Y el mundo, ¿qué es el mundo? El mundo, quizás, su palabra sería la eternidad y la eternidad no tiene fin, es eso, la eternidad.

Quizás eso sí sería, pero no el fin del mundo ni el fin de la eternidad, lo que más se le ajustaría es: están comenzando a vivir en la eternidad.

Amen.

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