23 enero 2009

Oración - 21 de enero de 2009


Están asistiendo a un primer reencuentro. Relájense, traten de abrirse plenamente. Dejen tranquila a la mente, no intenten comprender, eso no es cuestión de ustedes, sencillamente déjense llevar dentro de la tranquilidad, de la paz y la armonía de saberse entre un grupo de amigos.

Venimos tiempo haciéndoles hincapié en que todo lo que sus mentes traten de entender, de comprender, no lo van a conseguir, diciendo que todo lo que ocurre a partir de un tiempo es nuevo para el ser humano y por tanto no puede comprender, ni tan siquiera, su forma de pensar.

Tiempo atrás el hombre creía comprender. Creía comprender su mente, creía comprender sus reacciones y creía tener controlada parte de su vida porque así se lo habían dicho y así él lo creyó. Pero sin ir muy lejos, pueden ver en sus vidas que hasta su forma de aceptar ciertos acontecimientos sencillos y aparentemente normales les sobrepasa, y si se adentran un poco más en ustedes mismos verán que su forma de actuar y de sentir no corresponde a la de hace un tiempo.

Y así todo sucesivamente, en unos mas dependiendo de lo conscientes que sean, de lo que se vayan conociendo, podrán ir viendo que realmente no es una teoría lo que andamos expresando, no es una teoría que el hombre hoy no tiene referencia a donde agarrarse. Todo lo que el hombre hoy está viviendo es pasado y como es pasado no le sirve, como no le sirve se siente insatisfecho y como se siente insatisfecho se siente impotente para ver o sentir esa tranquilidad, tranquilidad.

Cuando el hombre se suelte podrá sentir en lo más profundo que ha de abrirse a nuevas ideas y conceptos, pero nuevos, pues no tiene referencia alguna, no puede elucubrar cómo serán, a qué se referirán, no, no la tiene, no la hay. Pero no ustedes, los seres humanos, todos los seres humanos no tienen un punto al que acogerse, un punto que les dé una luz, una guía o referencia para seguirla. De momento es así.

No obstante de no tener ese punto de referencia, el hombre tiene necesidad de abrirse totalmente a la esperanza, a la fe de que si él es un ser creado a través del amor nada puede ocurrirle que lo lleve a la oscuridad, si se deja. Si pierde ese punto interno, esa luz interna a la cual en estos momentos turbulentos de la humanidad tiene que cogerse, si pierde ese punto de referencia en su interior, lógicamente se adentrará en una oscuridad, enfermará, no acabará –recuérdenlo-, porque no se acaba, nada se acaba, pero sí que como cuerpo físico dejará de estar en este plano para pasar a otros. No se puede razonar, no sirve la mente para eso ahora, recuérdenlo, pero sí se puede sentir, el hombre tiene que tratar de sentir.

Son ejemplos que les vamos poniendo para que poco a poco, paso a paso vayan atisbando por dónde ir, pero han de ser ustedes quienes lo sientan, por eso siempre se les dice: no se entretengan en entender las palabras, sientan lo que estas quieren decirles, lo que quieren hacerles sentir, pues en este plano, al hombre, ni siquiera los órganos internos que tiene le van a servir, de hecho no le están sirviendo, y cada órgano interno ha de ser sustituido, ha de ser perfeccionado, ha de ser limpiado y renovado.

Recuerden que si no cogen aisladamente las oraciones, si cada encuentro que tienen lo aúnan y enlazan con los anteriores, verán toda la trayectoria que han hecho y atisbarán hacia dónde se les quiere dirigir. Mas si viven aisladamente lo que escuchan no le encontrarán sentido, no podrán ubicarlo, y han de ubicarlo en su interior para que sientan. Se trata de sentir, sentir sensaciones, es a lo único que el ser humano puede cogerse, a las sensaciones, sensaciones que le hagan sentirse vivo, que le inunden, porque esas sensaciones son las que podrán dar luz a todos los acontecimientos que están ocurriendo.

No pueden meter la razón, no es algo lógico, todo lo que está ocurriendo y cada vez más no pertenece a la lógica. La lógica que hasta ahora trabajaba el hombre se le ha desmoronado, la idea que el hombre tenía de lo que debería o no hacer se le está desmoronando, todo se le está desmoronando, hasta su propio cuerpo, recuerden, un cuerpo sano, ¿sano?: no lo es, el cuerpo no está sano, pero también –escuchen con atención- esas ligeras o importantes enfermedades que el cuerpo genera, que cada uno de ustedes está generando son necesarias para cambiar esos órganos que hoy tienen en su interior. Hablamos de órganos, no de sentires, órganos físicos y concretos.

Cada dolencia del hombre es necesaria para que le haga entrar en ese espacio de vacío, para que ese vacío resuene en su interior y pueda atisbar otras necesidades. El hombre se ha quedado anclado en las necesidades que hasta hoy tenía el cuerpo, el cuerpo, su vida, su entorno, su familia, el planeta. Y ha ido trabajando cada una de esas necesidades que ha ido teniendo, pero es que hoy las necesidades cambian.

El hombre quizás, así a bote pronto, aun ni tan siquiera se haya dado cuenta de que está mal, que está enfermo porque está haciendo lo mismo que hacía hace un tiempo y no atribuye su mal a ello, y es que lo que cada uno estaba haciendo ya no corresponde. Pero tiene que llegar este ser por sus propios medios a ver que ya no corresponde dedicarse a lo mismo, y no corresponde porque en su interior están cambiando los conceptos, están cambiando todos y cada uno de esos conceptos, por tanto lo que antes le servía, a lo que antes se dedicaba en cuerpo y alma -que decía él- hoy no le está sirviendo. Y siente que no le sirve porque entra en un sin sentido, no le encuentra sentido, no le emociona aquello que hace, no le exalta aquello que piensa. Eso es entrar en un sin sentido en su vida, y ahí es cuando el hombre reconoce que lo que hace un tiempo tanto le agradaba y tan pleno le hacía sentir hoy le está dejando vacío. Claro, estamos dentro de ese cambio, el hombre, la naturaleza del hombre está cambiando, por eso no tiene donde cogerse, porque todo está cambiando.

El hombre se tiene que abrir a esa nueva dimensión, a esa nueva vibración, no sabiendo lo que va, porque no puede saberlo su mente, sino con la confianza y la fe de que algo superior está por encima de él llevándole, dirigiéndole. Tienen que sentir que no están solos, recuerden que hemos viniendo insistiendo en que no se sientan solos, que perciban de alguna forma que les están protegiendo y dirigiendo, porque en esa medida no se van a desesperar.

El hombre se puede sentir solo y no solo de personas, pues puede estar rodeado de millones de seres humanos como él, tan confundidos como él, y sentirse verdaderamente solo y desesperado. Pero no hablamos de esa compañía, hablamos de una compañía superior que ya el hombre tiene que sentir, porque no está solo en este universo, no está solo en la Tierra, paralelamente a él hay otros seres que aun hoy no los puede ver pero sí puede percibirlos y en él está percibirlos más o menos.

Deben dejarse guiar. Si no quieren dejarse guiar por alguien que ustedes no ven, no perciben, déjense llevar por ese sentir de lo más profundo que hay en cada uno de ustedes, pero para llegar a ese sentir profundo tienen que limpiarse tantas cosas, tantas cosas…

El ser humano se ha ido cerrando a voluntad poco a poco, cada vez más en sí mismo, cada vez se ha ido metiendo más en su propia necesidad, en su propia mismidad, tanto que le va a ser difícil llegar a lo más profundo de él. Pero si a nada se quieren acoger de fuera porque no tienen fe en ello, si a nada quieren dedicar ese sentir o esa fe, deben de comenzar a soltar ideas que tenían, conceptos que tenían; hasta en sus cuerpos se ha de ver que están soltando cargas que llevan para que así queden ligeros y puedan percibir que en su interior puede estar la guía y puedan sentir que en su entorno, no con los ojos físicos pero sí con el sentir del alma, no están solos, es más, pueden sentir que les están dirigiendo para lo que están preparados, para una nueva vida, para un resurgir nuevo del ser de humanidad.

Esta humanidad tal y como piensa y actúa no cabe, y al no caber -por lo que ya explicamos la vez anterior- su vibración ya no corresponde con la del planeta. Lógicamente, si el hombre no entona su vibración con la del planeta, el planeta lo tirará o él se marchará. Cuántas veces decimos: está en la opción del hombre el quedarse y ser parte de este nuevo amanecer en el planeta o retirarse para de nuevo formar esa potencia energética para todos aquellos que se queden en el planeta.

Claro, el hombre siempre piensa: hasta que llegue yo me voy a coger a mi trabajo, a mi familia, a mi mundo, a mi vida, yo lo he conformado y ahí me siento arropado, porque de aquí que llegue…

¡Cuántas veces nos están diciendo que vienen las nuevas eras!, ¡cuántas veces nos están diciendo que esto es un caos y que es el fin del mundo!, ¡claro que sí!, muchas veces se ha hablado porque realmente, desde los comienzos, cuando el hombre es concebido no nace al instante, tiene un tiempo para desarrollarse y nacer y así ocurre con todo.

Pero llegado ya este momento nadie les va a tener que decir nada, no se trata de eso, eso ya se ha dicho, ya se ha venido diciendo unos 48 años de su tiempo tal como el hombre controla el tiempo. Hoy no se trata de decir. Hoy, la idea que los seres más evolucionados que ustedes tienen, es arroparles para ayudar a hacer el tránsito que ya cada cual está sintiendo. No se trata de decir que viene, que viene, que viene; está, y en la medida que uno siente que su vida no le funciona tiene el deber de conocer qué hacer.

Y eso es lo que se les está tratando de enseñar en estos encuentros, qué hacer cuando surgen en el ser humano esas preguntas, cuando surgen esas inquietudes. Se les está dirigiendo para aquellos que quieren saber qué hacer, no se les está diciendo que la cosa acaba y que ha llegado el fin de todo. No existe el fin de nada, ni el comienzo ni el principio, es una secuencia y consecuencia de actos desde el nacimiento, desde la Creación, una consecuencia de actos de los seres. Y esas consecuencias van evolucionando y en base a esa evolución los cuerpos en cada momento tienen que adecuarse, alinearse a la nueva vibración o nuevo nacimiento, llámenlo como quieran.

Y donde sí hacemos hincapié por el bien de cada uno de ustedes, es en que eleven en la mayor parte posible que puedan las palabras para que aunque no las entiendan las sientan, eleven al máximo porque hasta las palabras se quedan cortas y no las hay para poderles inducir poco a poco qué tienen que hacer. Es dejarse llevar, abrirse al máximo, soltar ideas que ya no corresponden. A eso es a lo que nos referimos con soltar lastre, soltar carga de ideas que ya no pueden evolucionar aquí, porque aquí la evolución ya es otra y esas ideas no sirven, es dejarse y dejarse y dejarse, arrastrados, eso sí, por un sentir que van en la dirección correcta hacia el auténtico amor.

Tienen que sentir y no nos cansamos de decir: cambien el razonamiento por el sentir, por las sensaciones, todo lo que ocurra en su entorno a partir de hoy no lo razonen, siéntanlo, pero no hoy ni mañana ni pasado, siempre.

Cambien el concepto de la mente, oblíguense a que el sentir que hasta hoy hemos localizado en el centro del pecho suba hasta el centro mismo de la cabeza. Lleven ahí su sentir, muévanse por él, es el otro aspecto que le falta a la mente para poder desarrollarse en estos tiempos venideros.

Lleven el sentir a lo alto de la cabeza. No piensen, sientan y ese sentir elévenlo y actúen, actúen, no existe la equivocación. Actúen en base a ese sentir, no esperen organizar nada con la mente, no esperen hacer un proyecto por cercano que esté a través de la lógica de la mente, no se cumplirá, no puede, ya no tiene paso, pero sí tiene paso este nuevo nacimiento, sí tiene y mucho que ofrecernos ese nuevo sentir.

Traten de sentir cierta tranquilidad en sus cuerpos, traten de alinearse para que las emociones no se disparen, para que el sentir no les sofoque, para que el pensar no les arrastre. Unifíquense dentro de esa tranquilidad de saberse arropados, entendidos y guiados.

Apóyense, apóyense en todo y mas allá de lo que puedan los unos con los otros, aparte de sentirse apoyados por estos seres que están a su disposición constantemente. Sientan que en sus cuerpos físicos tienen seres que pueden apoyarlos, porque eso les hará vivir este tránsito que está ocurriendo con mucha más armonía.

No dejen que la soledad física ni interna les invada el cuerpo. En la medida que su cuerpo se sienta arropado, en la medida que su cuerpo –hablamos de cuerpo, el cuerpo que tocan, que ven- se siente totalmente vencido, pero vencido con la seguridad que otros velan por él, en esa medida el cuerpo se armoniza, y es importante que el cuerpo este en armonía para que todos los órganos internos puedan adecuarse a la nueva vibración.

Es necesario, si no quieren pasar por ese tránsito que ustedes llaman muerte, que el hombre acople en su interior cada cosa en su sitio y esté en condiciones para que todo ocurra dentro de una gran armonía.

Ámen.

17 enero 2009

Oración - 14 de enero de 2009

Parece que en estos tiempos la palabra que más predomina en esta humanidad, o que debería predominar, es la tranquilidad.

En tiempos o momentos revueltos el hombre debe permanecer templado, tranquilo. No con eso tiene que permanecer en quietud, no es lo mismo, la tranquilidad y la templanza hacen que el hombre actúe sin involucrarse en su totalidad, actúa sin saber pero con el ánimo y la disposición de apoyo, ayuda hacia uno mismo y hacia el entorno.

Pero en este tiempo lo adecuado es la tranquilidad. Que nada del exterior ni el interior nos desplace ni inquiete hasta el extremo de enfermar.

En los momentos que la humanidad está pasando, que en otras etapas evolutivas pasó de forma distinta, lógicamente sin tanta conciencia como tiene hoy, pero en momentos determinados todos los mundos, todos los lugares son realmente elevados con consciencias más elevadas las cuales hasta alcanzarlas pasan por momentos de turbulencia como el de la Tierra en estos momentos, por tanto, en este impase, hasta que cada uno sepa el lugar que ocupa, dónde y por qué, hasta ese momento el hombre tiene que tener templanza y estar a la espera sin esperar; es una quietud no pasiva, una quietud interna que hace que actúe pero no por una necesidad física, sino por una inquietud interna, entonces sus movimientos aunque no sean conscientes ni pensados son correctos hacia el lugar o punto en el que es necesario que avance, no hay equivocación pero sí que actúa.

El hombre siempre tiene que estar actuando. Es momento de actuar, no de pasividad, pero entiendan hasta qué punto el hombre tiene que saber que la quietud no es pasividad, que la templanza tampoco es pasividad y que la tranquilidad tampoco lo es. Es lo que más se asemeja a la palabra “estoy en paz”. Y todo lo que hago, todo lo que pienso esta en armonía con esa sensación de paz.

Claro que, en estos instantes, decir al hombre que tiene que alcanzar esa templanza sintiendo como siente, estando su exterior como está, no le va a ser sencillo alcanzarlo, pero ahí está en lo que a él le corresponde ese movimiento del que hablamos. La pasividad no le va a llevar a sentirse mejor, por tanto tiene que actuar, y el actuar debe ser siempre en base a ese sentir que va más allá de su necesidad física, entra dentro de su inquietud interna, de su sentir más profundo.

Para eso tiene que saber qué necesita. Recuerden bien que llevamos tiempo diciéndoles y recordándoles que el hombre entró en una nueva dimensión y debe alcanzar esa conciencia que a nivel evolutivo está dentro de ella. ¿Cómo alcanzar esa conciencia sin tener un punto de referencia o un referencial con el cual guiarse sabiendo y sintiendo que todo lo que le envuelve no le satisface, no le llena lo más profundo? Entonces es bueno saber cuáles son las necesidades de este nuevo ser que emerge, este nuevo ser naciente.

En base a saber sus necesidades sabrán el punto en que cada uno de ustedes está, y ahí es donde actuarán o deberían de actuar para ponerse en sintonía con las necesidades de esa nueva raza, de esa nueva vibración, y son las siguientes:

El nuevo ser evolutivo, el nuevo hombre, no se va a mover a través de la posesión. El nuevo ser de humanidad se moverá únicamente a través de la fusión con todo lo que existe, se funde con la idea y con el hombre, está totalmente desvinculado del yo para introducirse en el nosotros. Ya la separatividad no la contempla, es una fusión constante con todo lo que existe, es un dar y recibir sin esperar nada a cambio, es olvidarse de mí para contemplar el todo.

Al no existir la separatividad en él ya no vive con limites, ya sabe que su hacer es, ya no piensa en la equivocación porque no está en ella, actúa única y exclusivamente por ese sentir de amor que le inunda e inunda todo lo que toca.

Ese es el nuevo ser de humanidad, y hacia ahí es donde debemos ir dejando atrás todo lo demás, todo. Si el hombre no deja atrás esa mente concreta, esa posesividad, ese afán de intervenir, la Tierra lo desechará.

Es lógico, es lógico que cuando uno mismo no encaja, no se siente a gusto donde está, él mismo se marche y poco o nada importan los medios que aparecen para que ese ser de humanidad se marche. Pueden ser infinitos, pero cuando uno inconscientemente no ve viabilidad a su forma de pensar, de sentir, y no hace un esfuerzo por adecuarse a lo nuevo que surge, a la nueva tendencia de mente, de ideas y haceres distintos, ya se pondrán las cosas y los medios a su disposición para que el hombre se marche de este lugar.

Como tantas veces les expresamos, nunca el hombre se va a sentir en solitario, nunca se va a sentir solo, siempre se sentirá arropado, pero también se sentirá arropado para marcharse, será su decisión.

Lo que no puede hacer, porque no corresponde y se desintegrará, es permanecer con la misma forma de pensar, con la misma forma de actuar. Sencillamente no corresponde, no porque no le dejen sino porque su cuerpo, ¡su cuerpo, cuerpo material! necesita de otra vibración que éste no le da, que su mente no le da. Y no se la da porque no se atreve a dar esos pequeños movimientos a su vida para hacerle sentir que ya eso está caduco, que ya no se va a sentir satisfecho, ilusionado o motivado -llámenlo como quieran- con esa misma forma de pensar, que tiene que coger otras alternativas.

Y se les da la nueva forma de pensar y sentir del hombre: no puedo pensar ya en mí o mi familia, no puedo pensar en mi entorno, debo pensar en la globalidad del ser humano, debo de mezclarme con esta raza de humanidad que soy, debo sentir en lo más profundo que soy un ser de luz pero que sin la globalidad de los demás seres no puedo resurgir. Yo con mi propia mismidad no soy nada, en cambio soy todo cuando me doy.

Cuando el hombre siente la necesidad de cambiar mi yo, mi yo, sí, no como espíritu, no como falta de identidad, pero sí dejo de ser yo para darme y regalarme en los demás, ahí automáticamente se genera un estado evolutivo que hace que se sienta. Ya no son palabras, ya no son teorías, siento que estoy dando lo mejor de mí, siento que mi forma de pensar ha dado un alto giro y todas las acciones que haga con esta nueva forma de ver la vida van a ser distintas, totalmente distintas y necesarias para este nuevo resurgir aquí en la Tierra sin necesidad –recuérdenlo- de pasar por la llamada muerte, sin necesidad de pasar por las enfermedades para hacerles ver que necesitan una nueva forma de ver y de vivir la vida.

Se ha olvidado que la familia, el núcleo familiar, no solo son esas cuatro o seis o veinte personas allegadas, es todo ser que habita la Tierra y todo ser que habita los universos. Son parte de todo y lo han ido empobreciendo y empequeñeciendo hasta dejarlo en un núcleo super reducido, yo y mi familia. Olvídense, olvídense porque si no se olvidan de esa forma de pensar no van a sentir quienes son, no van a sentir la necesidad de moverse hacia otros mundos y por tanto llegará un momento en que no les satisfaga la vida como la viven.

Eso es a no mucho tardar, ya está ocurriendo. Llámenle como ustedes quieran llamarle, pero si realmente lo aplican a todo lo que saben y saben que no existe la casualidad, que desde el mismo instante en que el hombre es creado, no nacido, creado, todo, hasta el más mínimo detalle está contemplado en el hombre, en los universos, en toda la existencia.

No pueden pensar que este momento que está pasando la humanidad es por una confusión del hombre, o por un mal hacer del hombre. Lógicamente el hombre poco ha ayudado a que esto pueda ser de otra forma, pero no es por esa mala forma de actuar; es una evolución necesaria de la raza y todo se pone en el momento óptimo para que eso sea ya, ahora, en estos momentos, ni antes ni después. Es el momento evolutivo del planeta y de sus habitantes.

Lo que sí puede hace el hombre es apoyar y ayudar a hacer ese tránsito en armonía, y desde luego debe saber cómo es esa nueva raza, qué necesidades pueda tener y qué forma hay de cubrirlas, porque si se anticipa a través de su pensamiento es cuando no ocurren las cosas como una catástrofe, sino que van ocurriendo paulatinamente sin que el hombre entre en esas desgracias.

Puede hacerse con más armonía, puede hacerse y ayudar a que sea con mucha más armonía. Pero también es cierto que el hombre ha de saber a lo que se enfrenta, a lo que va abocado, si quiere o no quiere, si debe o no debe, si lo necesita o no lo necesita y qué lleva con esos movimientos, dónde lo va a llevar si se mueve hacia un lado, dónde lo va a llevar si se mueve hacia otro, porque es necesario que lo haga dentro de su conciencia, que sea consciente constantemente porque es su vida y es la vida de la humanidad, y debe de vivirla como él sienta que la debe vivir y no dejándose arrastrar inconsciente de lo que ocurre.

La consciencia es necesaria para este momento evolutivo, para todos los momentos evolutivos es necesaria la consciencia, de ahí que se les dice: conózcanse, sean conscientes de sus necesidades, sean conscientes de los avances que van haciendo, sean conscientes de los logros que están teniendo, de los fallos, de todo.

Con esa templanza, sin miedo ni obsesión, tan natural. Eso es no quedarse en quietud, eso es hacer. El hacer no es necesariamente movimiento brusco. El hacer es estar en todo momento conscientes de una evolución constante y seguir esa evolución, no querer retenerse en el pasado, no querer anclarse en ninguna posesión, es fluir y fluir con las necesidades del momento en armonía, fluir con la consciencia plena de hacer todo lo que está en el interior de cada uno, que no nos reservamos nada, que estamos dando todo lo que se sabe.

Eso es lo que el hombre debe hacer en estos momentos, y lo que se les enseña es a apreciar toda la ayuda y el apoyo de seres que la mayoría no son conscientes que les están apoyando, pero aun no siendo conscientes es el deber del hombre dar las gracias por saberse -aunque no se sientan- apoyados, porque así, con esa gratitud interna es como van a aprender a no necesitar ese agradecimiento del hombre.

Con gratitud no se necesita la palmadita del hombre en la espalda. Es más, el nuevo ser de humanidad, el que se regala a los demás aparentemente nunca está presente, hace y deja que los demás hagan, no espera esa palmadita que el hombre de hoy está esperando constantemente, deja únicamente sus huellas para que otros las sigan, ese protagonismo ya no cabe, sencillamente se funde.

Ámen.

15 enero 2009

La devocion


De nuevo se les recomienda que traten de sentir todo lo que escuchen, no intenten razonarlo, entenderlo, dejen que las palabras resuenen en el interior para crear una bóveda que haga que la vibración modele sus órganos.

Desde hace un tiempo, a voluntad de cada uno de ustedes, de cada uno de los grupos que se reúnen con la intención de servir, se les está introduciendo en esa iniciación individual que le corresponde al ser de humanidad ya. Todo natural, todo pleno de armonía.

Claro está que a muchos de ustedes les falta ese compromiso interno para sentirnos, para sentir el servicio de devoción, el servicio devocional que determinados ­­seres están haciendo con cada uno de ustedes. Aun la gran mayoría no son conscientes de que no se les deja ni un instante en solitario.

Se les está induciendo suavemente a que sus cuerpos retomen la armonía con unas nuevas vibraciones depositadas en ellos. Es, en palabras que ustedes puedan entender, como si los grandes cirujanos cósmicos estuvieran trabajando en su interior por amor, por pura devoción a la evolución de la raza humana. Es el servicio por el servicio, por el servir a la humanidad, y una muestra palpable de lo que el hombre deberá hacer a no mucho tardar, de ahí que el ser consciente debe entrar en ese grado de devoción para entender todo lo que está ocurriendo fuera y dentro de él, porque una vez más se les muestra que es a través del entendimiento, a través de la conciencia que el hombre puede dar el paso evolutivo necesario como raza humana.

El hombre debe ser consciente, plenamente consciente de todo lo que en su interior se está laborando y todo lo que en el exterior ocurre. Y para ello deben tratar de ponerse al servicio de ese sentir o de ese sentimiento o sensación de no estar solos. En el momento en que ustedes reconozcan que siempre son guardados, en ese instante es cuando comenzará a entrar la consciencia plena de lo que está ocurriendo.

Si no son capaces de sentir que sus vidas son guiadas es porque no están poniendo todo lo que deben de fe y de dejarse guiar para poder sentirlo. Tienen resistencias por miedo, por incertidumbre, por falta de convicción, por falta de fe. Necesitan de ciertas seguridades y no las van a tener, recuerden que las seguridades se las darán ustedes mismos en la medida que se dejen guiar y entiendan qué es lo que está ocurriendo en sus vidas, dentro de cada uno de ustedes.

En un inicio el hombre se debe dejar guiar por fe, pero una fe sentida, no una fe escuchada. Para que la fe sea interiorizada y asimilada el hombre tiene que sentirla, de ahí que comenzamos siempre diciéndoles que no intenten comprender las palabras ni razonarlas, que las sientan, sientan qué es lo que están experimentando sus cuerpos, sientan qué ocurre en su interior cuando las escuchan después de haberlas escuchado, profundicen día a día, instante a instante en lo que está ocurriendo en sus vidas, cómo se sienten ante ciertos aconteceres, cómo se sienten -si es que lo sienten- sabiéndose cuidados y protegidos por seres de una vibración elevada, cómo se sienten al saber que con ustedes está comenzando una nueva etapa como seres de humanidad sin pasar por el tránsito de la muerte. Y si no lo sienten, si no sienten que en sus cuerpos se está generando un ligero cambio, o un preciado cambio, o un significante cambio es porque ustedes todavía esperan entender con sus mentes concretas todo lo que está ocurriendo y no se dejan sentir. Si a todo lo que ocurre y acontece en el planeta y en sus vidas tratan de darle con las mentes concretas de hoy un significado o una aclaración no lo van a encontrar y se van a confundir, tienen que soltarse completamente sin esperar absolutamente nada.

El hombre puede o debe propiciar un estado en que, sin ningún propósito o barrera, quede abierto totalmente y con plena consciencia o fe de saberse asistido, y saber que en cada momento su cuerpo está sintiendo lo que debe sentir porque no está en sus manos ni bajo su control, está en manos de seres que saben perfectamente cómo es y qué necesita esta raza para su evolución y para su paso a ese otro estado de conciencia.

El ser humano, aun habiendo dicho adelante, aun habiéndose dicho “sí, estoy preparado”, aun habiendo sentido que se deja a esa nueva forma de sentir o de pensar, lo hace bajo sus propios parámetros de forma de pensar y sentir, por tanto no se deja en su totalidad, siempre quiere entender y controlar todo aquello que pasa a su alrededor y sobre todo lo que le atañe a él, a su vida, y no van a poder controlar nada. De nuevo se les dice que se les está preparando para que hagan este transito con armonía, y para ello se les induce con esquemas que en un inicio no entienden pero que si realmente se dejan sentir resonará en su interior en el momento preciso y necesario, porque si tratan de entenderlo no hay nada que puedan entender porque todo escapa de sus mentes concretas.

¿Recuerdan que hacíamos hincapié en ciertas fechas del calendario? Hoy estamos en una de ellas. ¿Qué está ocurriendo hoy?, se preguntarán, se preguntará cualquier ser de humanidad que habite en este planeta aunque no sepa por qué se lo está preguntando.

Los científicos y astrónomos aun no dan crédito a lo que hoy acontece. Hoy ha hecho la Tierra una inclinación que bajo los parámetros mentales en que se mueve el hombre de ciencia debería dejar de existir. Hoy la energía de la Tierra ya no es densa, y eso lo miden y lo están midiendo y aun no lo pueden entender como ayer, como anteayer.

La corteza terrestre está deshaciendo toda esa materia que atrapa y hace denso al planeta, con lo cual todo lo que en él habita, incluido lógicamente el hombre, tiene un grado menos de densidad, o lo que es igual, un grado más de sutileza, de sensibilidad, un grado más físicamente de calor.

Comprendan que el hombre todo lo tiene que razonar y estructurar, antes de salir a la luz tienen que saber por qué y por qué no y por qué si, y por qué ahora y no antes o después. No van a encontrar contestaciones con las mentes con las que hoy se preguntan.

Si eso lo expresamos en todos los ámbitos del hombre, cualquier idea o situación que éste quiera desarrollar con la mente concreta no le va a servir, va a modificarse constantemente y así lo va a ver, con lo cual no va a poderse coger a un planteamiento hecho de ayer ni a un planteamiento de anteayer, va a ser vivir el instante aunque para vivir el instante tenga que andar en solitario. Y recuerden, no es tiempo de andar en solitario.

Pero el hombre es capaz, en este estado a partir de hoy, de coger ese punto que tampoco es el correcto de irse al otro extremo. Tiempo tendremos de ir mostrándoles al nuevo ser de humanidad con nuevos comportamientos y nuevas necesidades, pero no es momento de irse al otro extremo por vivir aquello que sientan, es momento de vivirlo en grupo, recuerden que la vez anterior les decimos que íbamos a desarrollar qué es el grupo.

El hombre está hecho de la energía amorosa y el amor no se compra ni se vende, el amor se regala. El hombre está hecho de una devoción, devoción de deber y de acción, devoción ante algo que él no ha razonado, sencillamente lo ha hecho por devoción al amor, por devoción a la Creación, por un acto totalmente desinteresado.

Ese es el hombre y ese es el servicio que debe dar, dar, regalar un servicio a la humanidad pero no de palabra, debe fundirse –escuchen bien y no traten de razonar esto, se les irá desarrollando poco a poco- debe despersonalizarse, debe fundirse con aquel, aquellos que tengan su misma vibración y despersonalizarse.

En estos tiempos novedosos deben dejar el ego totalmente a un lado. El ego y el libre albedrio no nos sirven para caminar por estos nuevos campos. Deben de sentir y en la medida que sientan abrazar esa nueva sensación o sentimiento y apostar de lleno hacia ello.

No es un sentimiento de incertidumbre ni miedo, es un sentimiento tranquilo de saber y de saberse que sin uno, sin él, todo continúa y que se da, se regala únicamente para potenciar una Creación nueva de ser de humanidad desprovisto de una fragancia, de un ego, de un don de importancia, de una economía, desprovisto de todo.

Se da, ya no está el hombre que necesita reconocimiento para actuar, ya no está aquel que necesita de seres que deciden por él, está únicamente el que se mueve por un sentir de servicio sin importarle cómo ni donde, porque así lo siente, no porque así le dicen, y debe de sentirlo, de ahí que hacemos tanto hincapié, déjense sentir y muévanse únicamente por lo que sienten, pero actúen, no pueden permanecer parados. No es tiempo de pararse, es tiempo de actuar en base a un sentir y ese sentir, a partir de hoy, lo van a tener claro, transparente y fuerte, muy fuerte.

En ustedes, en cada uno de ustedes está el actuar. Si se sienten solos les va a costar mucho y muchos no actuarán, pero si se sienten arropados y apoyados por otros seres no tienen ningún obstáculo ni barrera, económica, física ni mental para poder actuar, porque van a saber cómo, cuándo y dónde son requeridos y hacia ahí pueden o no ir, pero recuerden que ya no es tiempo de esa individualidad ni de lo que ustedes llaman libertad, libre albedrio, es tiempo de fundirse para darse.

Entiéndanlo, en la medida que lo entiendan y lo sientan así ustedes harán, en la medida que lo sientan y lo entiendan así se darán, harán y se darán.

Dejen que resuenen estas palabras en su interior. No es tiempo de individualidades, es tiempo de colectividad, es tiempo de fundirse y regalarse.

Ámen.

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